Una marcha prefabricada para dentro de más de un mes, contra nadie, a ningún lado y sin oradores pone a la CGT al borde de una virtual fractura

(Por Jorge Duarte @ludistas) La Mesa Chica de la CGT se reunió ayer en la sede de UPCN. El objetivo era blanquear la idea de movilizar que los Gordos ya habían consensuado entre ellos. Molestos porque los puentearon, pegaron el faltazo los integrantes del moyanismo y de la Corriente Federal. «No quieren un acto porque no se pueden parar adelante de los trabajadores», dejaron trascender. Hoy sigue el debate y no se descarta una marcha alternativa.

Lo que iba a ser una reunión más de Mesa Chica ampliada de la CGT en la sede de UPCN, donde los principales referentes de cada uno de los espacios que componen el arco cegetista se siente a dar el visto bueno a la primera acción callejera de la central obrera en la gestión de Alberto Fernández, terminó por convertirse, casi, en un punto de quiebre para la vida institucional de Azopardo.

Es que sin invitación formal y con la decisión de los Gordos ya tomada y hasta explicitada en los medios de comunicación, el moyanismo decidió pegar el faltazo, algo que había amagado con hacer desde la mañana. De hecho desde temprano circuló en los whatsapps de los principales dirigentes la fecha del 17 de agosto y las consignas acordadas por Andrés Rodríguez y Gerardo Martínez. Más tarde lo comunicó Héctor Daer «oficialmente».

 La ausencia terminó de concretarse pasadas las 15 horas, horario en el que debía empezar el cónclave. Algo sorprendidos desde UPCN trataron de convencer por todos los puentes posibles a Pablo Moyano de revertir la decisión. No lo lograron. «No tiene que ser tan impulsivo», repetían.

Una marcha prefabricada dentro de más de un mes, contra nadie, a ningún lado y sin oradores pone a la CGT al borde una virtual fractura

Lo cierto es que Moyano se molestó con la intención de hacerlo sentar a dar el visto bueno a algo que no se podía debatir. La resolución de movilizar dentro de más de un mes, contra nadie, a ningún lado, sin acto y sin oradores, ya estaba tomada. Su participación sólo podía legitimarla. Además se enteró ayer mismo que el día anterior una comitiva de la CGT compuesta por Rodríguez, Martínez y José Luis Lingeri se había reunido con CFK en el Senado de la Nación.

«No fuimos porque no teníamos nada que hacer ahí. Ellos no quieren un acto con oradores porque no se pueden parar adelante de los trabajadores», dispararon desde el moyanismo. «A Pablo no le gusta eso de salir a dar una vueltita sin ningún contenido político».

La idea primigenia de ese espacio era movilizar el 26 de Julio, fecha que coincidía con el paso a la inmortalidad de Evita. Las dilaciones para el tratamiento de la medida de protesta, que entienden debe apuntar claramente a los empresarios formadores de precios, hizo que ahora parezca algo cercana.

Tampoco aparecieron por la sede de UPCN los dirigentes que conforman la Corriente Federal de Trabajadores, sector en crecimiento y que viene de realizar un plenario potente que pidió definiciones de fondo de la central obrera para apuntalar un proceso de redistribución de los ingresos. Esas pretensiones están muy lejos de lo que sucedió ayer.

De hecho es de esperar que hoy haya conversaciones entre ambos sectores, que supieron convivir bajo el paraguas del Frente Sindical para el Modelo Nacional en el último lustro, para tratar de articular una estrategia conjunta. ¿Se animarán a reflotar una marcha alternativa? No se sabe aún.

El Moyanismo y la Corriente podrían apuntar a una coordinación con las dos vertientes de la CTA y con una buena porción de las organizaciones sociales. Sería un armado similar al que consolidaron en los años en los que protagonizaron las protestas contra el macrismo y que supo darle buenos frutos en materia de convocatoria callejera.

Lo que está claro es que el hecho de priorizar la unidad empieza a hacer cada vez más ruido en la cabeza de varios de los referentes cegetistas. En la práctica, la unidad entre visiones tan dispares de la realidad política y económica deriva en una inmovilización que contrasta con la presión que se empieza a sentir, y con más fuerza, desde abajo.