Se reconfigura el marco de alianzas sindicales

La unidad de acción entre la CTA Autónoma y la CGT Azopardo fue una de las estrategias sobre la que la central de Pablo Micheli logró visibilidad y ganó protagonismo púbico en los últimos años del kirchnerismo. Una oposición ferrea a las políticas del gobierno de CFK llevó a los ceteístas, críticos de la conducciones peronistas tradicionales, a aliarse con Hugo Moyano y hasta con Luis Barrionuevo. Algo impensado años atrás.

Esa estrategia que creció en intensidad, y hasta marcó el simbólico retorno de muchos dirigentes de la CTA al edificio de Azopardo para dar conferencias de prensa, fue uno de los capítulos más cuestionados de la conducción de Micheli dentro de la propia central y una decisión que dejó varias heridas internas que todavía no cerraron.

Pero los tiempos cambiaron. La victoria de Mauricio Macri y la postura expectante, incluso complaciente de los exaliados de Micheli, con las medidas de shock del nuevo gobierno reacomodaron el mapa político-gremial.

El cruce de ayer entre el líder estatal y Julio Piumato, uno de los dirigentes de confianza del camionero, dejó en claro que las veredas que pisan ya no son las mismas. «No es momento para que los trabajadores saquen ventaja», disparó el líder de la UEJN y Micheli lo cruzó duro: «Está muy jugado a favor del Gobierno», algo que se podría trasladar al núcleo duro de dirigentes moyanistas.

Visto quedó que ya ni Moyano ni, mucho menos, Barrionuevo están en la oposición, por lo tanto se corrieron del marco de alianzas posibles para la CTA Autónoma. En ese contexto el panorama se complejiza. Es que ahora le queda mirar para cooridinar acciones a los sectores más vinculados con el kirchnerismo. En ese sentido Micheli comenzó las charlas con la CTA de los Trabajadores de Hugo Yasky. Incluso la semana pasada fue el propio Micheli el que adelantó una cumbre con el docente para avanzar en una protesta conjunta.

Sin embargo la nueva estrategia del exaliado de Moyano enfrenta varios problemas. La idea encuentra reticencia interna y genera desconfianza de algunos de los dirigentes de peso de la central para coordinar acciones con «los primos» yaskystas, de los cuales se separaron hace ya seis años. Pero el peor de todos los males para Micheli lo representa su propia debilidad en la conducción tras el golpe recibido con la derrota en las elecciones de ATE Capital.

Más difícil para Micheli sería acercarse al MASA, sector cegetista liderado por el metalúrgico Antonio Caló que se mantiene lejos de la unidad de la CGT impulsada por moyanistas, barrionuevistas, Gordos e Independientes y ya tendió puentes con la CTA de los Trabajadores.

Ayer, por lo pronto, el yaskismo tiró un centro a la olla de una nueva unidad de acción amplia y heterogénea. Es que la central que lidera el docente resolvió una convocatoria a una jornada de lucha contra los despidos, el ajuste y la represión de la protesta social, y exhortó a los estatales (enrolados en la CTA Autónoma), al MASA y a otros espacios sindicales a consensuar una fecha dentro de febrero.

La invitación abre dos incógnitas. En particular le impone una prueba de fuego a Micheli que deberá testear su liderazgo y comprobar si todavía logra convencer a la central de acompañar sus iniciativas aliancistas. En términos generales la convocatoria lanzada por la CTA de los Trabajadores representará el primer desafío para las conducciones gremiales que están en la oposición para examinar si tienen el nivel de acuerdos de base suficientes, la madurez necesaria y la capacidad de fuego precisa, para presentar una acción directa de peso que pueda cumplir el objetivo de marcarle un límite a las políticas de Cambiemos.