
La caída del consumo desplazó a los impuestos como la principal preocupación de los industriales, que advierten sobre más despidos si no se reactiva la demanda interna. Desde agosto de 2023 la industria acumula una reducción de 37.000 empleos.
Durante años, la carga impositiva encabezó la lista de reclamos del sector industrial. Sin embargo, ese lugar lo ocupa ahora un problema más urgente: la pronunciada caída del consumo interno. Según empresarios consultados, este fenómeno se ha convertido en la principal amenaza para la actividad y ya encendió las luces de alerta en un sector que viene de meses complejos. La expectativa ahora está puesta en si el Gobierno, tras la dura derrota electoral del domingo, impulsará medidas para reactivar la demanda.
Los primeros efectos concretos de esta crisis ya son visibles en el empleo. Según datos de la Unión Industrial Argentina (UIA), el sector perdió en promedio 1.500 puestos de trabajo por mes durante el último trimestre, más de la mitad de ellos en la provincia de Buenos Aires. En total, desde agosto de 2023 la industria acumula una reducción de 37.000 empleos. La leve recuperación observada a inicios de año se estancó en los últimos cinco meses.
Frente a este escenario, las empresas ya están implementando estrategias de supervivencia. “Ya se ajustaron stocks y precios; el próximo paso sería irregularizar empleos para evitar cargas impositivas y, de persistir la situación, el achique de personal sería inevitable”, explicó un empresario metalúrgico a Clarín. Advirtieron que, de no revertirse la tendencia, entre enero y marzo podría acelerarse la baja de dotaciones en el sector.

Si bien aún no se observa una ola de cierres de empresas, los industriales marcan que se trata de un proceso gradual. Admiten que de extenderse la actual situación durante 2026, comenzarían a observarse cierres definitivos. “Hoy somos un paciente con fiebre; si no se atiende a tiempo, todo puede terminar en una infección grave”, graficó otro de los referentes sectoriales.
Un dato paradójico refleja la profundidad de la crisis: la apertura importadora, inicialmente temida por la industria, no generó el impacto esperado debido justamente al bajo nivel de consumo. “Ni siquiera hay demanda suficiente para que las importaciones desplacen a la producción local; eso dice mucho del momento que vivimos”, señalaron fuentes del sector.
Esta perspectiva pesimista se confirma en el último estudio de ManpowerGroup, que ubica a la Argentina como el país con las peores expectativas de empleo a nivel mundial. Con una intención de contratación de apenas el 5% para el último trimestre del año, el país se sitúa muy por debajo de sus vecinos regionales y incluso de economías en dificultades como Hong Kong o Hungría. La industria mira con preocupación un futuro que dependerá de que algo –o alguien– logre motorizar el consumo.