Claudio Marín: «Es cierto que la gente va y putea al sindicato o le exige al delegado porque él y su sindicato son sus referencias. Estoy más contento con que me exijan a mí, a que le exijan a la patronal»

(Por Luis Autalán @luisautalan / Fotografía Ariel Gaspardi) A pocas horas de haber logrado con su organización un megabono para los telefónicos por más de 200.000 pesos, Claudio Marín, el secretario General de Foetra y gremial de la CTA de los Trabajadores, sustenta que la meta de fondo es alcanzar la dignidad salarial plena. Tuvo autocrítica para la central que integra y conduce Hugo Yasky, al compás de analizar la CGT. El malestar por los errores «no forzados» del Gobierno, una imprescindible mirada regional en retrospectiva y con la esperanza que resume Lula desde Brasil, son algunos de los párrafos más salientes de una charla profunda. Con una premisa de base, el poder real está en los grupos económicos concentrados.

En la oficina conviven las fotografías clásicas del sindicalismo peronista, el kirchnerismo, Lula y más, con murales de Charles Chaplin (Tiempos Modernos). Hay un metegol de madera y metal en la antesala, generosa iluminación natural y todo va en mixtura con los elementos de la tecnología de comunicaciones. Desde su reloj, el celular y computadora hay simetría con apuntes y libros. Al alcance de la mano entonces el papel, biromes y lapiceras para mantener el rito de tomar apuntes y ayuda memorias. Durante toda la charla su teléfono le recordó la agenda de un día agitado como tantos, pero hizo caso omiso a las llamadas para compartir el diálogo presencial con InfoGremiales.

Claudio Marín, el secretario General Foetra Buenos Aires (Federación de Obreros y Empleados Telefónicos de la República Argentina) Secretario Gremial CTA Nacional es el anfitrión. A título descriptivo podríamos certificar que hace suya la convicción de Arturo Jauretche acerca de que: «Nada grande se puede hacer sin alegría, nos quieren tristes para que nos sintamos vencidos. Los pueblos deprimidos no vencen ni en el laboratorio ni en las disputas económicas. Por eso venimos a combatir alegremente, seguros de nuestro destino y sabiéndonos vencedores a corto o largo plazo». La sonrisa es el trazo dominantes y la tarjeta de presentación de Marín, salvo cuando recordó a la mamá de sus hijos, al líder de su gremio Osvaldo Iadarola y a Hebe de Bonafini. Allí lo abrazó la emoción profunda y algún silencio. Tiempo de abrir la entrevista entonces sin dejar de anticipar que la misma consta de poderes reales, incluidos los grupos empresarios de telecomunicaciones con los que le toca pulsear a diario, los 90′, gremios, trabajadores, el Estado, las metas pendientes, una esperanza para 2023, la urgencia salarial y otros tópicos. Con un guiño simpático entonces nuestro anfitrión tiene la palabra:

-Soy Claudio Luciano Marín, edad 64, profesión alquimista no matriculado (risas). Nada, me faltan tres materias de la carrera de Sociología en la UBA, nunca las voy a terminar y es todo como estudio sistemático. Y en la compañía soy revisador, el que golpea la puerta y dice ¿No le anda el teléfono? Y se lo mando a arreglar, ese es mi laburo, técnico de calle.

«En realidad el problema tal vez seamos nosotros mismos. No alcanzamos a construir un paradigma que pueda cautivar a los jóvenes de manera tal que no aparezca una derecha como el ala libertaria»

Claudio Marín

-En un momento era uno de los hombres más esperados de muchas familias argentinas.

-Absolutamente, no te quepan dudas. Estaba el cafecito, el «venga por acá, pase si es tan amable». Todo bárbaro porque no andaba el teléfono y eso no podía ni debía suceder.

-Cuando los avisos clasificados impresos destacaban: «Vendo casa, con teléfono».

-No recuerdo cuál era el precio total de un departamento en el microcentro pero con teléfono eran 5.000 dólares más, Hasta que llegó el plan Megatel, vos empezabas a pagar en cuotas y en uno o dos años tenías el teléfono.

-¿Ya era dirigente sindical?

-Si, primero fui delegado de base, delegado general, y en 1989 ingresé al gremio, con la conducción de Esquivel y Barone. Fuimos los que largamos el paro grande contra María Julia (Alsogaray), de 40 y pico de días, de incomunicación total del país hacia el exterior. Incomunicamos al Congreso y la Casa de Gobierno. Fue una pelea muy fuerte porque Entel era la primera compañía a mal vender. 

-Ustedes era el Enemigo Público Número 2, el Gobierno era el Número 1…

-Si, el Número 1 el Gobierno, el 2 nosotros. «Nada de lo que deba ser del Estado permanecerá en el Estado», dijo Dromi (Roberto) en ese acto fallido, ese «lapsus linguae» que tienen en un discurso. Y a partir de ahí, nosotros perdimos el conflicto, vino ferrocarriles, «ramal que para ramal que cierra», y después todo. Cayeron todas las joyas de la abuela, una privatización en este país como no se dio en otro lugar del mundo, con una ola que se había inaugurado con Reagan/Thatcher, la huelga de los mineros y la de controladores aéreos de los Estados Unidos.

Claudio Marín - InfoGremiales
Claudio Marín

-Cuesta a veces explicarle a los más jóvenes que en los 90 se crearon -sin algoritmos ni Internet- las bases liberales a gran escala. En programas como Tiempo Nuevo, se sembró la conciencia cultural de que el problema era el Estado y no el poder de los grupos concentrados. ¿Qué reflexiona cuando escucha hoy que la rebeldía es de derecha?

-Por ahí tengo un matiz con lo que decís, porque en realidad la propia dictadura había dicho que «achicar el Estado es agrandar la Nación». Aunque los militares, por una cuestión estratégica, no se animaron a ir sobre YPF, sobre ferrocarriles y sobre todo sobre telecomunicaciones.

-¿Cuestión estratégica propia de los militares o una casualidad?

-No, no se animaron pensando en cuestiones de Seguridad Nacional. No se animaron a tanto, sí se inició en ese momento la privatización periférica de las empresas del Estado. Fue ir recortando y dando a privados, a los capitanes de la industria, entre los cuales está Techint por ejemplo. La cual era una empresa relativamente pequeña hasta la dictadura, como otras, que crecieron desde la privatización periférica. Este fue el gran desarrollo y crecimiento de empresas que después pasaron a ser controladoras del propio Estado nacional y tercerizar los controles del Estado.

-¿Se van o aflojan sus ganas de dar pelea gremial y política cuando ve a pobres y clase media seducidos por los cantos de sirena libertarios?

-No, en realidad el problema tal vez seamos nosotros mismos. No alcanzamos a construir un paradigma que pueda cautivar a los jóvenes de manera tal que no aparezca una derecha como el ala libertaria, ponele, entre comillas. Tenemos una crisis de paradigma que termina de estallar en los 90 con la caída del Muro de Berlín y el fracaso de un tercio de la humanidad que vivía en un sistema económico social y político distinto, si se quiere al capitalismo. Hoy eso no existe. De alguna manera se diluyó el elemento fáctico que sostenía una ideología, con sus defectos, con sus errores, con sus desviaciones. Nosotros no alcanzamos a elaborar esa pérdida, no podemos darle un hombre nuevo, una mujer nueva. No alcanzamos a darle el hombre nuevo a la juventud. Peleamos por el hombre nuevo, que era un cambio, una revolución integral, una revolución en los afectos, en lo económico, en lo social, lo cultural. Ese hombre nuevo hoy no está presente. Entonces, a partir de ahí, es muy difícil conformar militancia que tenga una manera de entregar su vida en una estrategia de un mundo mejor para todos. Si nosotros no logramos cerrar esa brecha creo que se podría intentar cerrar desde la historia, porque esto pasó en 70 años, y 70 años para la historia solo es una palmada entre dos sueños.

«La CGT adolece, por ahí, de falta de estrategia en lo político y eso también mina su capacidad de acción como central. Nos pasa también en cierta manera en la CTA, no es que la tenemos resuelta»

-¿El kirchnerismo se quedó corto entonces también o le pasó algo parecido?

-El kirchnerismo no pudo trascender las relaciones sociales que lo originaron, para decirlo de alguna manera. El 19, 20 de diciembre, parió lo que parió y no fue poco, porque llegamos a tener una realidad latinoamericana, que soñábamos en los 70, pero que se volvió posiblemente fáctica, sobre todo durante el primer gobierno de Néstor. Tuvimos cerca la unidad latinoamericana y eso significaba, no un slogan como en los 70. Era tratar de programar para 400 o 500 millones de consumidores, y generar la tercera o cuarta economía del mundo, yo creo que la tercera.

-Brasil pasó de «Lula libre» a «Lula Presidente», ¿es una esperanza?

-Es una posibilidad que no teníamos 2 meses atrás.

-¿La esperaba o temía por la continuidad de Jair Bolsonaro?

-La dudaba, porque uno viene muy golpeado de estos procesos liberales, donde no se alcanza  a explicar por qué la derecha generó este consenso. Por un lado por nuestra falta de paradigmas y respuestas estratégicas, desde el lado del campo popular. Pero también te hacen dudar de que puede existir una vía de desarrollo en un sistema con los márgenes que te plantea el sistema capitalista de producción. Es una duda, ¿se puede llegar a una vía de desarrollo? Estoy pensando en Samir Amir, en viejos teóricos. ¿Se puede llegar a una vía de desarrollo en los países dependientes dentro de los esquemas y el corsé del sistema capitalista? Creo que la región es un intento, generar un acuerdo regional es una posibilidad. Generar infraestructura común, trabajo común, economía común, banco común, moneda de intercambio. ¿Podemos? Sí, creo que podemos, pero solo en esa condición, como país, las fronteras nacionales, y aún los Gobiernos Nacionales, pasan a tener cada vez menos peso.

-¿Me quiere contar cómo es su familia?

-Soy viudo de Silvia Illia, sobrina de Arturo, una hermosa y excelente mujer, la mamá de mis hijos Violeta y Francisco. Violeta es bióloga y está haciendo un doctorado en San Martín de los Andes, con el Conicet, y Francisco es médico y está haciendo su residencia, están hoy en 32 y 29 años. Y estoy en pareja hace muchos años con Roxana Cupeiro, una compañera militante que participa por supuesto en la construcción de Foetra y está dentro de la Secretaría de Género.

-¿Algo que ver con los Cupeiro del automovilismo deportivo?

-La sobrina de Jorge.

-¿Qué mérito tiene su pareja hoy y tuvo su esposa, en un factor inevitable, el tiempo. Decimos ese tiempo que no se recicla y que usted le dedicó a su carrera, su pasión, su trabajo y por ende se lo quitó a su familia. ¿Cuánto hubo de bancar en esas mujeres e incluso en sus hijos?

-Absolutamente todo. No solo no me puedo quejar sino que me han acompañado siempre y estoy absolutamente agradecido, les agradezco todos los días, porque ellos se han jugado a resignar una parte de lo que se puede compartir con uno como persona y eso solo lo podés hacer si compartís objetivos, ideales y militancia. No hay otra manera de hacerlo sin que eso traiga resentimientos, resquemores y conflictos.

-Tocó la banquina del padre ausente.

-Toqué esa banquina pero nunca me sentí padre ausente y no es lo que me reflejan hoy mis hijos. Es una duda que siempre tuve y cada tanto tengo, me vuelve, y entonces les pregunto: ¿Pero están seguros ustedes? «No viejo, quédate tranquilo», es la respuesta que me dan ellos.

-Pienso como padre: sus hijos, una bióloga y un médico, algo habrán hecho bien usted y su esposa.

-Sobre todo mi esposa, más que yo.

-Un gran gesto dicho en pocas palabras. ¿Germinó en ellos algo del concepto que usted tiene de vida,  región, política y sindicalismo o paralelo a tal visión ellos se alejaron?

-No son militantes. Tal vez sí hay una parte de formación reactiva.

-¿Como los hijos no fumadores de padres fumadores?

-Totalmente.

-¿Algún cable a tierra, música, rock, fútbol?

-Boxeo y no fútbol. Siempre me gustó Boca porque le gustaba Boca a mi primo (risas). Boxeo sí, alguna vez me subí a un ring como semiprofesional, mi instructor fue Miguel Angel Castellini, que falleció hace unos años de Covid. Dejé de subirme al ring en la pandemia, pero soy bueno en mi categoría.

«El intento de unificación con la CGT nosotros lo hicimos en el momento de Alberto. Creo que faltó interés de la otra parte»

-O sea Perón, Evita, y José María Gatica.

-Claro que sí, Gatica!!! (Sonríe emocionado)

-Hace días me dejó en silencio con una respuesta, lo consulté por el megabono que lograron los telefónicos de 230.000 pesos. Usted remarcó que tal importe supera el salario de algunos trabajadores y trabajadoras del gremio, y apuntó que el desafío salarial está en cambiar eso.

-El bono supera algún salario inicial y algún salario del convenio de telecomunicaciones móviles. Nosotros buscamos en la paritaria la manera de saltar los límites porcentuales que te pone el mercado de trabajo. Es muy difícil desde un gremio saltar esos límites con los niveles inflacionarios que hay. No podés decir «vamos a sacar el 200%»,  porque no vas a sacar el 200%. Entonces le inventás sumas aledañas, le vas poniéndole pimienta al guiso como quien dice. «Está bien, no me des el 200% pero vamos por el Día del Telefónico, por qué no ponemos unos mangos más, que es remunerativo». Cuando te querés acordar, aplicás los porcentajes sobre sumas grandes, esas sumas crecen en forma geométrica, y eso es lo que hicimos con el Día del Telefónico. Fue la primer estrategia para pasar por encima del aumento salarial, porque no es -técnicamente- un aumento salarial pero es plata que se recibe y así le fuimos buscando la vuelta. Algo parecido pasó con Bancarios o en su momento con el gremio de Neumáticos, cuando Pedro Wasiejko firma la participación en las ganancias mientras las empresas daban pérdidas, no lo cobraron durante añares pero claro cómo no te lo iban a firmar.

-Lo que no quita que esté a favor de la suma fija, como la CTA que integra.

-Totalmente. Te lo digo de otra manera: siempre que sea plata, «clink, caja». Primero agarremos la plata y después discutamos. Vino la suma fija, que venga la suma fija. ¿Vino el bono? Que venga el bono y después vemos cómo se integran. Pero es una fuerza menos que vos le tenés que hacer a la patronal para la extracción de plusvalía. Y si te la tiran por decreto o por ley, bienvenido sea, no te digo que sea a caballo regalado no se le miran los dientes, porque nadie regala nada, pero vos ya la tenés dentro de tu salario, después discutir cómo se integra es otra discusión, la plata ya la sacaste.

-Borges dijo «el peronismo es incorregible». Jugando con esa frase ¿la CGT es incorregible?

-La CGT es la CGT (risas). A ver, tiene una dinámica con relación al Estado que arrastra la misma concepción, no desde su creación pero sí desde su fortalecimiento. Nuestra institución articula muy particularmente con el Estado, y eso a veces juega favor y a veces en contra. Tenemos acuerdos de carácter económico e inmediato, la gente necesita los huevos hoy, no a la gallina. Y ese es un problema y es una solución. La CGT adolece, por ahí, de falta de estrategia en lo político y eso también mina su capacidad de acción como central. Nos pasa también en cierta manera en la CTA, no es que en la CTA la tenemos resuelta.

-Qué bueno que lo diga en términos autocríticos. Me quedé pensando, «la gente necesita los huevos hoy», se puede linkear, como dicen los pibes, con «la gente necesita la plata hoy».

-Claro, cuando discutimos en eventos de carácter masivo como son los sindicatos, tenemos que buscar comunes denominadores que resuelvan los problemas en forma rápida y efectiva. Los sindicatos tenemos que ser efectivos, ni siquiera fuertes o débiles, tenemos que ser efectivos para resolver el contrato básico que tenemos con nuestros compañeros y compañeras, que es defendeme los porotos, el salario, las vacaciones, el convenio, todos los beneficios y después de eso dedicate a los tiempos políticos. Si vos cumplís una cosa pero no cumplís la otra, estás en problemas.  Vos me dirás, pero lo económico es político y lo político es económico, totalmente de acuerdo, pero tenés que cumplir con un mínimo común denominador porque sino, no arrastrás al conjunto, arrastras solo un sector de vanguardia, y si arrastrás y tenés política solo para un sector de vanguardia, te vas a quedar sin retaguardia.

-Citando al Indio Solari: «toda paritaria es política».

-Por supuesto. y por eso no podés romper la tendencia de un solo gremio. Alguien dice «yo voy a sacar el 200%» y lo dice sabiendo que no lo va a lograr. Porque ese mercado está regulado desde lo político, y ni siquiera lo regula el propio gobierno con el tripartismo, el Ministerio de Trabajo y más, te lo gobierna el sector que tiene realmente el poder, que son las corporaciones.

-¿Cuánto lo ayudó la sociología para comprender que los sindicalistas, el ministro de Economía, los libertarios o el pueblo, no vienen de otro planeta, sino que forman parte de este mundo? Digo, porque incluso al delegado, sus compañeros, lo putean más fácil.

-No te quepa la menor duda que la gente primero nos putea a nosotros y después putea a la empresa. Pero en realidad es parte de la confianza. Primero que esa puteada se pueda expresar dentro del sindicato, que es lo central, que vos puedas ir al sindicato y decir esto me gusta, esto no me gusta, y tengas participación. Eso es lo más importante, porque es lo que te da el mecanismo de retroacción y de autocrítica, si no tenés participación  no tenés nada. Si yo voy a sofocar la crítica desde el aparato sindical, mejor me dedico a otra cosa y no a ser dirigente de la gente.

-¿Más allá de que eso pasa?

-Más allá de que pasa. También es cierto que la gente va y putea al sindicato o le exige al delegado porque el delegado y su sindicato son sus referencias. Yo estoy más contento con que me exijan a mí, a que le exijan a la patronal.

«Los sindicatos tenemos que ser efectivos, ni siquiera fuertes o débiles. Efectivos para resolver el contrato básico que tenemos con nuestros compañeros y compañeras, que es defenderle los porotos»

-¿Y le duele?

-Una cosa es exigir y otra es decir dónde está la culpa  y la desconfianza. Si vos te presentás en una asamblea o en un lugar de trabajo, te cuento que todo el tiempo que puedo, voy a las asambleas y hablo con la gente. El primer pedido seguro es un reclamo, no te faltan el respeto, la verdad nunca me han faltado el respeto en un lugar de laburo, pero te reclaman, te reclaman fuerte y te cuestionan. Y cuando ponés la cara, a los diez minutos estás en otro lugar, estás hablando con la gente, y te alcanzan un mate, un café, «che, compramos factura», te dicen. Y es allí donde marcás y haces un diferencial como el sindicato que sos.

-A la CTA de Hugo Yasky y a otros sectores, se los rotuló como el kirchnerismo bobo. ¿Es parte de lo indefinible que es el peronismo? ¿Le encontró explicación a esa etiqueta?

-Puede ser (risas). Mirá, lamentablemente en una alianza con los amigos uno siempre cuenta. Vos estás dentro de una alianza política, en una construcción de un frente, y el problema que tenés es que siempre los que tienen convicciones y los que se mueven, no dentro de la alianza, no de manera oportunista sino por convicción, trayectoria y conducta, esos siempre están. Siempre están con vos,  a otro lugar no se pueden ir. La CTA no puede irse a cualquier otro lado, no puede salir de la ecuación de apoyar un proceso político, social, económico y cultural, que es la variante que tenemos ante el liberalismo. Y todos saben que eso es así y te cuenta en contra, al momento de porotear te cuenta en contra porque dicen este ya lo tengo, ya está conmigo, sin embargo nosotros no podemos salir de esa posición porque no está en nuestra naturaleza.

-A partir de ese pensamiento un regreso de la CTA a la CGT asoma lejano.

-El intento de unificación nosotros lo hicimos en el momento de Alberto (2019). Creo que faltó interés de la otra parte, no había interés de la otra parte, y nosotros entendimos que era necesario plantearlo además como un apoyo explícito al que era, en ese momento, el futuro Presidente.

-¿El tiempo les dio la razón?

-Sí, pero además es muy necesaria la unidad del movimiento obrero y tenemos que laburar en ese sentido con la construcción de un programa. Se necesita la construcción de un programa, y esto parece una cantinela porque la verdad que lo repetimos todos, pero hay que construir un programa que nos permita tener militancia sindical. Lo que unifica la militancia, posibilita la militancia y la formación de cuadros es el futuro, nunca es el pasado. Del pasado uno puede tener buenos recuerdos, podemos sentarnos a charlar con los amigos, con los compañeros, pero no es eso lo que genera militancia. Lo que genera militancia es una forma de buscar un futuro que puede lograrse desde el accionar colectivo, sino no hay forma.

-Le tocó suceder a Osvaldo Iadarola aquí en Foetra, tiene fotos con Hebe de Bonafini, dos pérdidas dolorosas y recientes.

-La verdad mucho dolor. Con Osvaldo estuvimos en la conducción del gremio juntos en esa fórmula, ocho elecciones y 27 años, más que una vida. Pasamos periodos muy difíciles y otros menos. Ahora, no pasamos un solo día sin exigirnos, comprendernos mutuamente y, por sobre todas las cosas, acordar. Y si hablamos de acordar es algo muy difícil porque hay que dejar de lado lo que a uno le parece que tiene que hacer, en favor del acuerdo con el otro, y esos son acuerdos que producen transformaciones políticas. Osvaldo, un amigo, compañero y mucho dolor por esa pérdida, una construcción juntos por la verdad épica, no hay nada escrito y creo que habría que escribirlo para que sirva como estigmatización para los compañeros que vienen, de acá y de otros gremios. Y Hebe, qué decirte, hasta nos redefinió el contenido de lo que es una madre.

-Hasta con sus puteadas a los sindicalistas y otros.

-¡Hasta con las puteadas por supuesto! Con  la supuesta falta de política o si se quiere su sectarismo, si se quiere llamarlo qué sectaria esta vieja. Pero la verdad que nos enseñó un montón, nos recuerda a aquellos que hoy no están con nosotros, los que militamos en los 70 Hebe nos recuerda que se llevaron a los mejores de nosotros y que a algunos nos dejaron vivos no sabemos por qué.

-¿Quizás para dar testimonio?

-Como lo hicieron explícitamente con muchos compañeros que dejaron vivos para que dieran testimonio

-¿Hay tiempo para dar vuelta el partido electoral de acá al 2023?

-Sí.

-¿Seguro? ¿Me lo jura?

-Te juro que sí hay tiempo, los fenómenos de hacia dónde va el imaginario popular son tan intrincados, y por intrincados nunca son imposibles. Además si algo resulta distintivo de los militantes es que siempre jugamos a la posibilidad de hacer lo que aparece como imposible. Eso es lo que nos distingue a los militantes de los «posibilistas» que siempre dicen esto se puede esto no se puede, nosotros siempre jugamos la difícil.

-Más allá de lo que me dice, está muy enojado con este Gobierno.

-Estoy enojado, no sé si muy, pero estoy enojado. Se cometen errores que no son necesarios.

-Errores no forzados.

-Exactamente.

«Se necesita la construcción de un programa, y esto parece una cantinela porque lo repetimos todos, pero hay que construir un programa que nos permita tener militancia sindical»

-¿Si hay que hacer la banda de sonido del Sindicalismo Argentino, por dónde la matizamos?

-(risas) El otro día dije en una reunión, «esto es una situación Sui Géneris» y alguien me advertía: «che se te va a anotar la edad». Yo me refería a único en su tipo, y la otra persona más joven, pensó que hablaba de rock nacional. Una banda de sonido, yo iría por el flaco Spinetta, Charly, hoy veía una foto de la Trova Cubana, pensaba en la muerte de un grande de esa movida. Y decía: «puta, carajo, qué épocas». Vinieron en los 80 Silvio Rodríguez y Pablo Milanés…¿Te acordás?

-Estuve en esos recitales de Obras Sanitarias.

-Bueno, no fue hace tanto (risas). Y vos mirás, eran unos pendejos y qué fuerza que había en ese momento, qué simbolismo, qué cosa loca que haya venido la Trova Cubana en esos años.

-¿Y del rock en inglés?

-Queen, por supuesto. Lo más y después todo lo demás, pero Queen a la cabeza.

-Entonces podemos ir en paz…

(Risas compartidas)