Las PASO también profundizaron la grieta en la CGT

La polarización no fue un fenómeno meramente electoral. También se trasladó a las posiciones que encarnan los principales dirigentes de la central obrera mayoritaria de la Argentina, que tras un año y medio de gestión de Cambiemos siguen sin encontrar la punta del ovillo para ubicarse en el mapa político vernáculo.

La elección de Cambiemos, que en principio (escrutinio enrarecido mediante) parecía arrasadora, pero terminó siendo más que buena, empezó a dejar sus primeras cicatrices en el edificio de Azopardo. Allí, una porción de los cegetistas que tenían definida la movilización del 22 de agosto y vacilaban sobre la convocatoria de una huelga general, empezaron a recular.

«Con este resultado no tenemos margen para ir a un paro general», contó a InfoGremiales un importante pope sindical, que admitió que se sentarán esta semana a reevaluar la situación. Los comicios fueron leídos por la porción más dialoguista de la CGT como una señal para barajar y dar de nuevo.

Esa interpretación de la voluntad popular de parte de los «Gordos» y los «Independientes» contrasta con la de aquellos que encarnan una posición más confrontativa. Es que ni el moyanismo ni la Corriente Federal están dispuestos a «muñequear» lo decidido, ni mucho menos a posicionarse detrás de una conducción estrictamente dialoguista que pueda ser funcional a las reformas que el macrismo avizora para el mundo laboral en los próximos dos años.

Así las cosas, todos los caminos iniciados por la reunificación definitiva de la CGT, diseñada para después de octubre, empiezan a bifurcarse. La experiencia del triunvirato, como había sucedido a principios de siglo, volvió a fracasar y el futuro parece traer dos centrales con posiciones bien definidas frente a las políticas del Gobierno. Es que la «unidad», contra todas las premoniciones, hasta el momento sólo sirvió para visibilizar la falta de un proyecto común y debilitar a todos. No se beneficiaron ni los que golpean, ni los que negocian. Perdieron todos.

«Estamos amontonados, no estamos unidos», explicó a este portal un dirigente de las filas del moyanismo para describir lo que sucede puertas adentro. Habrá que ver si la grieta que abrieron las PASO deriva en un cierre de filas más contundente entre quienes tienen miradas más afines de la realidad.

Mientras tanto la disputa intestina de la CGT sigue sumando capítulos, quemando fuerzas sindicales, ocupando buena parte de la energía de sus dirigentes y dandole aire a un oficialismo que ya se prepara a profundizar sus reformas sobre el mercado laboral.