Venezuela divide al sindicalismo argentino

Si bien la valoración que se hace desde la Argentina sobre el conflicto en Venezuela suele reproducir el posicionamiento político local –en concreto, quien apoya al kirchnerismo también apoya al chavismo-, en el campo sindical no se da exactamente esa misma ecuación.

Mientras la Central de Trabajadores de la Argentina oficialista se encuentra cómodamente ubicada en sendos apoyos a los gobiernos de ambos países, la CTA opositora al kirchnerismo coincide en pronunciarse en contra de la “avanzada desestabilizadora” en Venezuela.

Existen matices, sin embargo: mientras la CTA oficial conducida por Hugo Yasky enfatiza el valor de respetar la institucionalidad democrática de un gobierno popular como el Nicolás Maduro, la CTA de Pablo Micheli se pronuncia en los términos de apoyo a una “revolución”.

Hugo Yasky sostuvo que “América Latina tiene que unirse para cerrarle el paso al sabotaje de las corporaciones económicas que buscan desestabilizar a gobiernos populares”. Y agregó que “al fascismo se lo derrota con pueblo movilizado y la solidaridad internacionalista”.

Por su parte, la Central de Micheli se solidarizó “con el pueblo y los trabajadores venezolanos ante una nueva avanzada desestabilizadora por parte de la oligarquía, las clases dominantes y el imperialismo para frenar el proceso revolucionario que se lleva a cabo en nuestro hermano país”.

Desde la vereda peronista de las CGT, ambas Centrales se expresaron con alegóricos silencios. Ni Hugo Moyano ni Antonio Caló se pronunciaron al respecto. El camionero y rabioso opositor, sin embargo, se reunió recientemente con dirigentes del macrismo, de la UCR y del Frente Amplio Progresista que sostienen un notorio rechazo al populismo caribeño y suelen azuzar el fantasma de que “Argentina va rumbo a convertirse en Venezuela”.

Aunque en esos espacios tampoco esté tan saldada la división interna: el socialista Hermes Binner tuvo resistencias en su espacio al declarar que en Venezuela hubiera votado por el conservador Hernán Capriles y, entonces, debió suavizar sus cuestionamientos al chavismo.

El hijo “progre” de Moyano padre, Facundo, hoy cercano al Frente Renovador del anti-chavista Sergio Massa, se manifestó cautamente “en contra de todo acto de represión, pero ante el riesgo de desestabilización, de golpe institucional, hay que ser prudente con respecto a las declaraciones». Y el secretario general del sindicato de peajes ahondó: “Hay muchas diferencias entre nuestros países, es un régimen totalmente diferente al nuestro, aunque se los compara mucho”.

Desde su banca en el Congreso, Facundo Moyano incluso aplaudió con entusiasmo ideológico cuando la presidenta Cristina Kirchner se solidarizó con Maduro, durante la reciente apertura de las sesiones ordinarias.

Así, si Venezuela parece funcionar como un modelo caricaturesco con el cual comprar al gobierno nacional, el gastronómico Luis Barrionuevo (jefe de la CGT Azul y Blanca) se permitió denunciar con “preocupación” la “alta inflación de ambos países”.

En resumen, los posicionamientos sobre Venezuela dependen de los posicionamientos locales, pero tampoco se trata de una simetría perfecta. Mientras los oficialistas declaman una unidad regional de tono popular, otros ven en Venezuela un populismo extremo y negativo que funciona como espejo de las tendencias kirchneristas. Otros, en cambio, como la CTA opositora, entienden al modelo chavista como cualitativamente superior al kirchnerismo.