Hay vida después de la derrota

Por Alejandro el “Gitano” Ulloa @GitanoUlloa

El fiel resiste, el indeciso renuncia, el cobarde traiciona, el burgués se desespera y el héroe combate, JULIUS FUCIUK

Hay sapos que son escuerzos

El Presidente tuvo apoyo de los gobernadores, varios intendentes, los movimientos sociales, la CGT, el Frente Sindical y variadas tribus de empresarios no muy grandes. ¿Cambió algo para que todo quede como está o el Presidente terminó cediendo? La pesada digestión que sigue a la tragada de sapos por parte de los conmilitones de la coalición de gobierno dirá quién y cuánto cede.

El acuerdo con Kristalina Georgieva viene lento. Sin mejorar los ingresos de los trabajadores y los sectores más empobrecidos de la población, sin acordar con el FMI y sin el respaldo en las urnas de la mayoría que lo votó hace dos años, se viene un escenario difícil después de noviembre. Alberto tiene posibilidad de destinar hasta 240 mil millones de pesos para utilizarlos como dispendio de fines electorales. Los bonos a jubilados, los refuerzos para subsidiar el consumo popular son 150 mil millones extra, algo más de 0,5% del PBI. Cocodrilo que se duerme es cartera. Dale, Alberto, soltá el caimán.

Manzur es uno de los pocos pejotistas que ganaron en las PASO y se resistía a ser jefe de Gabinete, dicen que para no dejarle la gobernación a Osvaldo Jaldo. La cuota federal no alcanza. No hay caudillos del interior en el gabinete que le hagan gamba. Pero Manzur tiene poderosas cualidades para sentarse en su nueva silla. Tiene amigos en los laboratorios y el sindicalismo de Sanidad (Héctor Daer), se abraza con empresarios poderosos como Hugo Sigman, Adrián Werthein, Eduardo Eurnekian, los Eskenazi. Durante su gestión cultivó y sembró amistades administrando el dinero de las Obras Sociales sindicales.

El primer despedido fue Juan Pablo Biondi, de forma “indeclinable”. Explicable. Wado de Pedro sigue, claro, si fue el que renunció primero. Matías Kulfas, Claudio Moroni y Martín Guzmán, zafaron de la guillotina por ahora porque tramitan el Presupuesto 2022 y la firma con el Fondo todavía está en veremos. En el detrás de la opereta, Fernanda Vallejos parece expresar el inconsciente de Cristina y vomitó una serie de audios que golpearon la línea de flotación del Frente oficialista. Del espanto de esas escuchas a “La Carta” pasaron horas. Los audios ya están en el terreno de las maniobras olvidadas sobre la opinión pública. Sin delicadeza.

Las echadas en cara comenzaron a escucharse el mismo domingo. Noviembre va a significar más cambios, por ahora todo es “transicional”. Para Cristina era inaceptable que todo quedara como si nada. Los cambios eran ahora y después de noviembre vemos si dejamos que arrastre el pez o recogemos tanza. Hay 9 semanas de las PASO hasta las elecciones generales. El Presupuesto 2022 contiene una reducción de tarifas con gran impacto en los hogares más empobrecidos. Las retenciones se santifican para no contradecir al FMI antes del acuerdo tan ansiado. Hay sapos que son venenosos. Tamo’ al horno, hermano.

Las corporaciones muestran su juego

Diversas líneas de la CGT destacaron el “aire nuevo” y hablan de una “muestra de equilibrio y federalismo” para relanzar al gobierno. Y se quejan de “las presiones y operaciones de espacios ligados al liberalismo, cuyo único objetivo es debilitar la fortaleza de las convicciones propias”.

La conducción roquista de la UIA, con el mascarón de proa rumbo a toda máquina contra el kirchnerismo y exudando su extremo odio personal con Cristina Fernández por todos los poros, ofreció a troche y moche a quien quisiera escuchar: “Armemos un gobierno peronista”. Dicho con fruición golpista y enjundia oportunista exigieron nuevas y regresivas leyes laborales y el fin de la indemnización por despidos.

El proyecto empresarial no terminó de seducir a nadie. En la Mesa Chica de la CGT abundaron las críticas al kirchnerismo por la ola de renuncias y apuntaron la responsabilidad a CFK, pero optaron por la salida ordenada: mantener el respaldo a la coalición de Gobierno como se conformó en 2019.

La confianza entre la CGT y la UIA está rota. Desde 2015 se vienen sentando en diferentes mesas para llegar a acuerdos sociales que sistemáticamente los empresarios incumplen. El último de los casos fue aquel pacto de precios y salarios que terminó siendo apenas un ancla a los salarios porque los precios subieron sin control.

A nadie le sobra paño. No les dan la estatura ni los músculos a los intensos militantes radicalizados del Frente de Todos para contener las demandas del FMI. Las reservas del Banco Central están de al filo de ceder ante la presión devaluatoria del mercado. La sombra de los barrotes sobre la vicepresidenta resultaría un impensado regalo para la corporación judicial y la oposición liberal y libertaria juega sus cartas de “cuanto peor mejor”. ¡Qué bárbaros, no tienen piedad con “la gente”!

La ansiedad es un miedo inespecífico: la reacción virulenta con la que Cristina arrinconó al Presidente para empujar los cambios tiene costos. Los gobernadores y el movimiento obrero volvieron a recordarle que rechazaron su jefatura tras la derrota de 2015. En un país presidencialista las jugadas individuales tienen brillo siempre y cuando sean ganadoras. En los bandos perdedores son los “equipos” los llamados a navegar en aguas revueltas.

Unión y Fuerza (Limitada)

El Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresimona) de Hugo y Pablo Moyano, Sindicatos en Marcha para la Unidad Nacional (Semun) del ferroviario Sergio Sasia, y la Corriente Federal de Trabajadores (CFT) acordaron trabajar de forma conjunta en el Confederal de la CGT. El Comité Central Confederal (CCC), instancia previa al Congreso Nacional de renovación de autoridades deliberará el miércoles próximo en el Salón Felipe Vallese del edificio de Azopardo e Independencia en la Capital.

Los tres espacios sindicales y otros sindicatos no alineados que orbitan la coalición amalgamaron unas 80 organizaciones gremiales, y además de sellar la unidad de acción para impulsar posiciones comunes en el Confederal, respaldaron al Gobierno nacional y determinaron “lineamientos básicos de acción, con una agenda programática incluida y un modelo de país que impulsa el movimiento obrero”, sostuvieron y respaldaron la gestión como “garantía de la defensa de los derechos laborales, como las indemnizaciones de ley por despidos”.

Se requiere una CGT fuerte, unida, representativa y federal que trabaje sobre la base de un proyecto junto con el Gobierno nacional”, puntualizó el documento que emitieron al término de la reunión, que añadió que “se impone una central obrera que se ponga al frente de todos los reclamos y contenga al conjunto de los trabajadores”.

Para esos tres sectores, la Patria “se dirime entre dos modelos en disputa: uno ya fue padecido durante cuatro años, intentó una reforma laboral que se pudo detener y puso al país de rodillas ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, el otro, conduce a la esperanza, a la justicia social y a la Argentina que los trabajadores quieren y merecen”, agregaron.

“Toda derrota es transitoria”. Convocamos a la reflexión para revertir el voto del domingo último. El objetivo debe ser el desarrollo, la producción, el trabajo registrado y el fortalecimiento del Gobierno nacional y popular. Este espacio se compromete a trabajar para que la CGT sea otra vez un factor de poder que integre a todos los sectores sobre la base de un programa para mantener viva la doctrina de Perón y Evita y defender a los trabajadores. Porque la unidad otorga fuerza y la solidaridad la cohesión”, concluyeron.

Cristina, con una parva de causas judiciales en danza por tribunales enemigos, y cuestionada por la CGT, el PJ y los gobernadores, mantuvo su potencia electoral en la provincia de Buenos Aires en 2017. Esos votos hicieron que gobernadores y sindicalistas la aceptaran como cabeza y aceptaran volver al redil para formar parte de una coalición. Con el telón de fondo del miedo inespecífico, la ansiedad no admite esperas. Cristina cuida sus votos, que son la razón última de su acción política.

La tercera fuerza

Alejandro Vilca, trabajador de la recolección, coya y militante trotskista. Así se presenta, no solo en las reuniones obreras. También cuando lo llaman los grandes medios. “Es recolector de basura y obtuvo un resultado histórico en la izquierda”, titula La Nación. El 23% de los votos en la provincia de Jujuy es un batacazo que corona el accionar de una izquierda que se hace cargo del fenómeno de descontento, bronca, desilusión con un gobierno que había prometido “primero los vulnerables” y sienten que les dio a los poderosos. Y ocupa el hueco que deja el PJ como segunda fuerza. En política, los huecos se llenan y las deudas se pagan. Milagro Sala sigue presa.

En barrios populares y localidades como Alto Comedero, Caimancito, El Carmen, Palpalá y Humahuaca las votaciones llegaban al 30%, arriba del peronismo. La alianza del PJ con el gobernador Morales empujó el voto radicalizado de sectores superexplotados, como los municipales que perciben salarios miserables.

La historia siempre se escribe desde el presente. El enfoque va cambiando. La sociedad en general –y el movimiento obrero en particular— ha tenido ciclos electorales favorables a pequeños agrupamientos izquierdistas y construido realidades cuya vigencia es relativa. Durante los setenta, la izquierda sindical dio batalla en un marco de alta sindicalización y pleno empleo. Intentó adelantar un proceso revolucionario para el que aún no había ganado a la mayoría del pueblo trabajador y su prioridad fue derrotar el Pacto Social que proponía Juan Perón.

Una valiente vanguardia involuntariamente permitió la creación de un enemigo interno que sirvió de excusa para atacar a la clase obrera y llevarnos hacia el golpe de Estado que desató la noche negra de la dictadura cívico-militar. Esta vez, como un símbolo de la “batalla” electoral, sus simpatizantes generaron una seguidilla de cortes del Puente Pueyrredón y las vías del FC Roca, que ya no fueron miradas por la población como “un caos de tránsito” y obtuvieron de “la gestión” respuestas y sinrazones que solo provocaron más cortes. Misterios electorales perdidos en un olvido que deberemos recordar de vez en cuando.

No es para mal de ninguno/Si no para bien de todos

Demasiadas veces Alberto y sus ministros y asesores jugaron con la idea del Pacto Social, idea que viene fracasando por la voracidad empresaria desde la propuesta del Frejuli en los setenta. La idea predominante era que con Perón la justicia social estaba garantizada. Capital y trabajo podían vivir en armonía, sin lucha de clases. No fue así y fuimos empujados al vórtice del remolino del cual salimos de a ratos cuando podemos respirar. Con las expectativas patronales de aplicar la flexibilización laboral, liquidar las indemnizaciones y provocar un acuerdo fiscal en términos de ajuste griego frente a las demandas del FMI, las cartas están echadas. A ambos lados de la grieta hay jugadores extenuados que agotan la credibilidad de su propio electorado, que ya aprendió a votar “en contra” pero aún no encuentra oferta para votar “a favor” de nada. “Con todos y para el bien de todos”. Bueno, dale. Pero definamos “todos”, lector.

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