Denuncian que un funcionario porteño apretó a docentes porque «5 o 6 chicos en un aula no nos rinde»

La psicóloga del gabinete de la escuela de Cerámica Nº1 del barrio de Almagro acusó públicamente a Claudio Messina, asesor de la Dirección de Educación Artística (DEA), junto a otra funcionaria del área, de apretar al personal de la escuela para garantizar la presencialidad a pesar de no estar dadas las condiciones por cuestiones de infraestructura.

En diálogo con La Izquierda Diario, Bárbara Orbuch, psicóloga del gabinete de la escuela de Cerámica Nº1 relató como el funcionario del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires Claudio Messina y otra funcionaria de apellido Forte hostigaron a la conducción entre gritos y patoteos.

La conducción de la escuela a pedido del mismo ministerio elaboró un protocolo con una cantidad de alumnos que luego les resultó inaceptable. Enviaron a Messina y a Forte para forzar una presencialidad absoluta aunque falte espacio para sostener el distanciamiento necesario por el contexto de la pandemia.

“Sufrimos un apriete directo hacia la conducción de la escuela» explicó Orbuch y agregó que Messina «vino a imponer por la fuerza e insistencia la presencialidad total de docentes y estudiantes en la escuela».

Según la psicóloga, el funcionario «perdió los estribos» y dejó a todo el personal paralizado por la violencia de sus gritos: «Amedrentó a todos los presentes”.

«Repetía que 5 o 6 chicos en un aula “no les rinde”. Fijate la posición de objeto donde están puestos nuestros estudiantes y qué desprecio por la vida, porque en medio de una pandemia, con aulas de 4×4, sin ventilación y sin vacunas, su propuesta es absolutamente inviable y el modo violento de efectuarla, inadmisible”, disparó la trabajadora al mismo medio.

Orbuch relató también que Messina le puso su teléfono celular en la oreja a la directora de la escuela para que hable con la directora del Área de Educación Artística, Ada Risetto «y entre los tres la apabullaban».

La psicóloga resaltó que el ministerio ordenó que cada escuela defina su propio esquema para el ingreso de las y los estudiantes para luego intentar forzar el cambio cuando la dirección decide que la infraestructura no permite un retorno total a las aulas sin poner en riesgo a la comunidad educativa y sus familias.

«Está claro que en lugar de la lógica de los cuidados, ellos pretenden imponer la lógica de la crueldad y el marketing. La directora y yo, al igual que la mayoría en la docencia, somos mujeres y esto no es casual. La violencia machista se desplegó como herramienta fundamental de ataque y de abuso de poder”, señaló.

Otro punto que resaltó es que la escuela de Cerámica N° 1 tiene una fuerte red de contención sostenida entre estudiantes, familias y trabajadores de la educación. Resistieron a un proyecto pedagógico de la gestión del PRO llamado «Secundaria del Futuro» que se terminó imponiendo durante la pandemia, resistieron a un intento de fusión con otra escuela artìstica. «Nos fortificamos con la luchas que nos tocó atravesar», destacó aunque aseguró que justamente por luchar es que «están en una lista negra».