
Por Walter Correa*
Conmemorar los 80 años del 17 de octubre es recordar el nacimiento del movimiento popular más importante de nuestra historia, que transformó para siempre la vida de los trabajadores y trabajadoras argentinas. También es reafirmar su vigencia, pese a los intentos de las minorías del poder económico por darlo por terminado una y otra vez.
Entre las imágenes emblemáticas de esa jornada -los obreros de los frigoríficos marchando desde Berisso, los descamisados cruzando el Riachuelo, la multitud en Plaza de Mayo- hay un hecho menos recordado: el asesinato de Darwin Ángel Passaponti, un joven de 17 años nacido en Santa Fe y criado en Moreno, que se convirtió en el primer mártir del peronismo.
Darwin estudiaba en el Colegio Mariano Acosta y militaba en la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios. Admiraba a Perón por las transformaciones que llevaba adelante desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, y escribía artículos en la revista Tacuara. La madrugada del 18 de octubre de 1945 fue baleado en la Avenida de Mayo, frente al diario Crítica, mientras la multitud se retiraba tras lograr la liberación de Perón.

Años más tarde, el propio General reconoció su compromiso en una carta a su padre:
“Querido compañero:
He recibido y le agradezco el envío de su libro La Chacra del Mangrullo, como las generosas palabras de su dedicatoria. No sabe usted el placer que he tenido al leerlo porque yo he nacido en la estancia de mi padre en Lobos y he crecido después en otra estancia en la Patagonia, de manera que todo cuanto usted menciona me es casi familiar. Muchas gracias por el buen rato que me ha proporcionado con tantos recuerdos.
Su amabilidad me ha traído el recuerdo de su hijo Darwin Passaponti, nuestro primer peronista, muerto el 17 de octubre de 1945 frente a Crítica y desde aquí me uní al homenaje que el Peronismo en su tumba rindió con motivo del aniversario de su fallecimiento y que en esta ocasión rememoro con emoción.
Le ruego acepte, con mi saludo más afectuoso, mi agradecimiento por todo. Un gran abrazo”.
Visionario, premonitorio en la flor de su juventud y en el esplendor de su entrega patriótica, Darwin había dejado testimonio de su vida forjada en la lucha con un breve poema:
Quise cruzar la vida
con la luz del rayo
que el espacio alumbra,
seguro de no vivir más que un instante,
seguro de no morir debilitado.
Así como el rayo, corto, breve y soberano.
Como él, miles de militantes a lo largo de la historia sostuvieron con coraje las banderas del peronismo, incluso en los momentos más duros. Hoy, frente a un presente que vuelve a poner en riesgo derechos conquistados, el movimiento obrero y el pueblo trabajador renuevan su compromiso de lucha.
Con la memoria de Darwin Passaponti y de todas y todos los compañeros que dieron su vida, el peronismo sigue siendo el motor de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, para la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación, con el liderazgo recientemente revalidado en las urnas por el gobernador Axel Kicillof.
(*) Ministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires