
La transición presidencial comenzó con un nuevo cierre empresarial. Se trata de la fábrica Arisco, de la multinacional Unilever, ubicada en la provincia de La Rioja. Al menos 150 operarios fueron despedidos de la planta, en el parque industrial de la capital provincial, donde se producen aderezos y salsas.
«La industria alimenticia está atravesando un período de estancamiento desde hace varios años debido a la caída generalizada del volumen de producción, como consecuencia de la desaceleración local en los niveles de consumo», afirmó la empresa a través de un comunicado que publicó Página/12.
Los motivos fueron el bajo volumen de producción a raíz de la crisis y los altos costos logísticos en el traslado de la mercadería y las materias primas.
El anuncio fue ayer a las 11 de la mañana para la comisión interna del sindicato, y luego a las 14 horas fueron avisados todos los operarios.
Al mediodía, los delegados de la planta se acercaron a la Secretaría de Trabajo provincial. «Nos dijeron que los representantes legales de Unilever se reunieron con el gobernador y ya no hay vuelta atrás», aseguró Carlos Carrizo, uno de los delegados de la planta.
El gobernador, Sergio Casas, se reunió personalmente con representantes de la empresa pero la firma ya tenía cerrada su decisión. Además, se informó que las indemnizaciones serán del 180 por ciento y al contado.
El viernes pasado desde la empresa les habían dicho a los operarios de los tres turnos (mañana, tarde y noche) que ingresaran el lunes a las 14 horas porque faltaba una de las materias primas. «Nos dijeron que el lunes nos iban a dar algunas capacitaciones y el martes volvería a arrancar la producción», informó Carrizo. Pero a esa hora fue anunciado el cierre de la planta, donde se producen aderezos como mostaza, kétchup, mayonesa y salsas Knorr.
Al menos 150 operarios fueron despedidos y desde esta semana la fábrica quedó cerrada. En el transcurso de los próximos días cada trabajador recibirá el aviso de acerca del cobro de la indemnización.