Un día para recordar a Diego Ibáñez en el inicio de un año en que la CGT irá a la caza de lugares en las listas

(Por Pablo Maradei) Diego Ibáñez fue un gremialista de peso, no solo en el sector sindical sino en los pliegues de la política; algo que la actual CGT busca recrear en su afán por ocupar cargos en las listas electorales.

Un 1 de enero de 1995 moría manejando en la ruta Diego Ibáñez, el sindicalista petrolero súper poderoso que supo tejer vínculos con la política siendo, entre otras cosas, asesor del ex presidente fallecido Carlos Menem. Y hablando de fallecimientos inesperados, el actual secretario general de la la Federación de Sindicatos Unidos Petroleros e Hidrocarburíferos (SUPeH), Juan Carlos Crespi, emitió un comunicado de recordación para Ibáñez «pidiendo una oración». Siguiendo en ese andarivel de muertes, Crespi era el segundo de Antonio «Coco» Cassia, quien falleció en noviembre pasado y fuera -al igual que Ibáñez-, secretario general del SUPeH.

RECORDATORIO-DIEGO-IBANEZ

Mirar a Ibáñez tiene su correlato actual: la CGT quiere colar dirigentes en las listas de este año y es por eso que mirar el pasado quizá sirva para darse impulso en el armado de estructuras políticas que le permitan al peronismo ganar las elecciones de este año. Están haciendo un recorrido de visitas que incluyó gobernadores e intendentes: con Cristina Kirchner fuera de carrera consideran que este es el momento de lograr acuerdos. Se sabe que Juan Manzur tiene buena llegada a todo el sector gremial como así también el sanjuanino Sergio Uñac es un interlocutor de consulta sindical.

Un sindicalista memorioso recuerda con InfoGremiales: «Ibáñez era un conductor que a la vez sabía escuchar. Conducía a los 35 diputados sindicales y todos le respondían como patitos: había unas 62 Organizaciones única en la que él y Lorenzo Miguel eran verdaderos guías y no como hoy con esta dispersión que hay». Recuerda también que esas reuniones político-sindicales a las que asistía se hacían en el quincho del gremio de Recibidores de Granos de la avenida Garay cuyo anfitrión era Rodolfo «Fito» Ponce.

Ibañez tuvo su época de oro con su socio político, el metalúrgico Miguel: juntos movieron el amperímetro gremial allá por los setentas hasta que irrumpió la Dictadura. Despojado de todo, recién volvió al ruedo con el retorno de la Democracia, que fue cuando recuperó la conducción del gremio. Luego, en las elecciones del 30 de octubre de 1983 consiguió su banca de diputados por la provincia de Buenos Aires. De ahí se convirtió en jefe de la bancada peronista hasta que lo sucedió José Luis Manzano. Ibañez encontró su refugio en la figura de Carlos Menem. Ese liderazgo, como el de Saúl Ubaldini, es una deuda que el sindicalismo actual aún mantiene.