Un bar de Pinamar detona otro escándalo en torno al interventor de la Obra Social de los azucareros

Se trata de José «Pita» Leguizamón, el interventor de la Obra Social del Personal de la Industria de la Azúcar (OSPIA) en funciones desde el macrismo. Sería el propietario de un lujoso bar en Pinamar. La noticia vuelve a poner el foco en el vaciamiento de la institución tras los audios en los que se involucra a dirigentes tucumanos de Cambiemos.

El ambiente sindical tucumano está en plena ebullición. Es que la aparición de un bar en uno de los lugares más exclusivos de Pinamar, que sería propiedad de José «Pita» Leguizamón, el cuestionado interventor de la Obra Social del Personal de la Industria de la Azúcar (OSPIA), tiene a todos alertas.

Se trataría del bar que lleva el nombre «Pita» (casualmente) y que hace algunas semanas fue noticia por haber sido clausurado por comercialización y consumo de bebidas alcohólicas a menores.

Las versiones en el mundo sindical Tucumano dan por hecho que el bar parador de Pinamar es propiedad de Leguizamon, el hombre que llegó a la OSPIA con la gestión de Cambiemos y que la Superintendente de Servicios de Salud todavía sostiene en el cargo.

No es el primer escándalo en el que se lo involucra. De hecho InfoGremiales publicó hace un tiempo la desgrabación de audios que vinculan a los dirigentes de la intervención de la Obra Social con el desvío de fondos hacia las dos principales figuras del cambiemitas de la provincia: Silvia Elias de Perez y José Cano.

En el material, que es parte del expediente judicial en el que se investiga el asunto, Leguizamón, hombre designado a dedo por el Ex Superintendente de Salud de la Nación en la gestión de Mauricio Macri, Sandro Taricco, habla de contratos de salud fantasmas; sobrefacturación con Farmacias; sobrefacturación con sanatorios, ortopedias; y lavado de dinero con empresas que no existen.

En los textuales Leguizamon cuenta una conversación con el actual diputado nacional José Cano y habla de la relación que logró entablar con Luis Perez, esposo de la actual senadora nacional Silvia Elias de Perez, gracias a los negocios que comparten.

De hecho le pide a Perez que le entregue a una empleada de la Obra Social un contrato de una Farmacia para que se lo haga firmar. «Mandalo con Analía, lo vamos a hacer firmar, pingo». Y se lee en un mensaje: «Amigo avísame que pasa con el contrato de la Farmacia, avísame, ok?».

A medida que avanzaba la denuncia judicial en contra de Leguizamón en la que se investigan desvíos de fondos y más de 100 contrataciones de personal el dirigente mantenía charlas en las que exponía el por qué tenían que sostenerlo en ese puesto.

«Si no respetan, Tonino se jubila, queda sin el diezmo, Miguel queda afuera, queda sin el diezmo, Carlos Heredia queda sin el diezmo, todos quedan sin el diezmo. Cuando vengan de allá, el que se siente en lugar mío, ¿les darán el diezmo?», preguntaba Leguizamon.

La justicia pesquisa, además, en Leguizamón, Taricco y otros, un presunto enriquecimiento ilícito, la conformación de una asociación ilícita, el tráfico de influencias y el desvíos de fondos.

«Gerentes de la Súper están cagados de miedo. Hay siempre uno más superado que Niupiner (por el ex superintendente Sebastian Neuspiller). Frigerio hoy tiene poder, y la Silvia (por Elías de Perez) le pidió a él. Él dijo que hace lo posible para darle a la Silvia eso», señalaba otro de los textuales en los que involucra a la senadora como facilitadora de la maniobra.

Y por último se lee el nivel de vinculación de Cano en la situación: «Esto es una institución, no es un centro vecinal. Cano tenía que cobrar, y también recibirá el diezmo», concluía Leguizamón.