Reynaldo Sietecase: «Entiendo la grieta en la gente, en la militancia, pero en alguien que analiza la realidad me hace un poco de ruido»

(Por Luis Autalán @luisautalan / Fotografía Rene Asan) De su Rosario natal en la década del 60 a los tiempos de inteligencia artificial y la grieta del odio, Reynaldo Sietecase, escritor, periodista y más que se propone, de lunes a viernes en Radio Con Vos, abrir la mente al pensamiento crítico desde su ciclo «La inmensa minoría» trazó vectores sobre el presente, lo que vendrá y la argentinidad al palo. No faltaron definiciones políticas, ni respecto al Movimiento Obrero.

Un mensaje por Whatsapp suele generar todo tipo de reacciones humanas, no siempre de premura y grata sorpresa, pero esta fue la ocasión. La propuesta de Reynaldo Sietecase por esa aplicación para que InfoGremiales se acercara a su casa del barrio porteño de Chacarita, hizo que la organización y obstáculos para esta producción se minimizaran.

Trazo asumido para nuestra admiración profesada al escritor, poeta, narrador y periodista nacido en Rosario en 1961, hincha de Rosario Central, quien orgulloso destaca que tiene «rivales y no enemigos» cuando el fixture futbolístico lo indica en el rival de toda la vida, Newell’s Old Boys. Y no es casual, porque asevera que hay una misión ineludible para vivir en las diferencias y convivencias argentinas y globales, tan fuerte sentir como el considerar que la independencia, si bien genera dependencia es esencial para determinados sectores del periodismo.

La charla que se extendió durante mucho más de una hora, lapso pactado, y que no tuvo ni café ni mate, no por la falta de hospitalidad del anfitrión, sino porque la sala iluminada por el sol y rodeada de libros y más libros fue el escenario de una conversación sin jactancias y en ejercicio de intentar al menos el pensamiento crítico, Sietecase la hubiese continuado, pero lo dejamos seguir trabajando. Todo bajo el santo y seña que alguna vez nos regaló en persona otro prócer rosarino y justamente ex jugador de Central, don César Luis Menotti, «Mire Luis, ante el aprendizaje nunca hay que resignarse siembre hay que abrazarlo con ganas», nos dijo una mañana en el predio de Inferiores del Quilmes Atlético Club. Resumen de la charla entonces donde Sietecase hace honor a su «vivir para contar», porque en cada respuesta o muchas de ellas cita fuentes, escritores, pensandores o amigos. Porque así siente al periodismo, «para contar lo que pasa» no lo que imaginamos o ansiamos. Aclara el punto de que, escritor al fin, para hacer literatura «no hay límites» y si tierra fértil para crear, soñar, o sumar pesadillas. Y con sus premios Martín Fierro alineados como una formación de equipo de fútbol, sobre uno de los estantes de la biblioteca, podemos decir una verdad:

A veces este oficio nos regala momentos como este que, aún siendo un trabajo y mucho más, se disfrutan. Porque inclusive nos subimos sin permiso a algunas definiciones de Sietecase para susurrar «si a mí me pasa lo mismo que a usted, no es tan grave y estamos en la vereda correcta».

Enumerar su currículum nos depararía varios caracteres más en esta nota, entonces realzamos a modo de gentil invitación a los lectores un detalle, el humor que matiza incluso en las jornadas más violentas de información de 10 a 13 en Radio Con Vos, es parte de su vida y esta conversación. «Porque esto también pasará», suele sellar en no pocas ocasiones. A recorrer entonces estos trazos que Sietecase nos regaló en su propio hogar, valor agregado:

«Trabajé en un banco, una metalúrgica, una imprenta, después llegué al periodismo y pude empezar a vivir del periodismo, que me encanta, me gusta, lo disfruto. Ahora quizás estoy un poco cansado y amargado por el proceso que se vive de degradación de los productos periodísticos, pero es un oficio que reivindico»

Reynaldo Sietecase

-Aquella sátira de Les Luthiers en los 70 y los 80 sobre «La kermesse de los sábados», tenía una prueba que se llamaba «El que piensa pierde». ¿Fue una profecía de la Argentina de hoy?

-No sé si el que piensa pierde, yo tengo entendido que el que piensa tiene alguna chance de ganar, porque siempre pensar te permite tomar decisiones con más criterio. Soy muy amigo de pensar y es más, creo que uno de los roles que tiene el periodismo en general es provocar pensamiento, pensamiento crítico sobre todo. A mí que no me gusta esta realidad, ni la del mundo, ni la de Argentina, siempre pienso que si hago algún aporte pasa por ahí esencialmente. No creo que ayude arengando o ratificando lo que ya piensan los que están convencidos de algo, sino al revés, creo que a lo mejor se puede aportar algo si alguien piensa, razona. Se piensa poco y además todo el proceso de innovación tecnológica también tiende a que pensemos poco. Me da la sensación de que con el teléfono inteligente, que tiene apenas diez años, y parece que hace veinte que estamos todos con los teléfonos que hacen de todo. Te graban, te despiertan, tienen radio, redes sociales etc, y vos te quedás colgado ahí mirando fotos, leyendo cosas que a lo mejor no querés leer, o que el algoritmo te manda porque sabe que vos te vas a quedar enganchado. Hago el desafío de que si abro mi teléfono te puedo anticipar las primeras tres noticias que me da, una de política, porque hago política, una de literatura, porque escribo y leo literatura, y me manda algo de Rosario Central, mi equipo de fútbol. Tres cosas que sabe que hay gran chance de que yo abra. Han logrado que uno esté mucho tiempo en el teléfono, que uno se comunique menos, a pesar de que piensa que estamos comunicados. Han logrado que uno mire menos críticamente, porque todo lo que te mandan está de acuerdo con vos. Es como una especie de gran telaraña, un gran elemento de  comunicación y de gran incomunicación a la vez. Hay que mirarlo críticamente. Volviendo a tu pregunta, el chiste aquel de «La kermesse de los sábados», en el fondo no sé si es que fue anticipatorio, pero ya era una advertencia de gente inteligente que te iba diciendo: «¡Flaco pensá!». Era una crítica a la tele, al programa ómnibus de la televisión y ahora eso se podría trasladar al teléfono. ¡Cuidado!, porque no es que estás propiciando, no creas que estás pensando porque estás prendido a la teléfono, leyendo, subiendo fotos o noticias.

-Y algo peor, en esas noticias suele pasar que el título no tiene nada que ver con el contenido.

-¡Exacto!, porque necesitan que vos estés mucho tiempo. Entonces te venden algo, vos entrás, no lo encontrás en el primer párrafo, ni en el segundo y seguís. Nosotros venimos de una escuela periodística donde lo más importante estaba arriba, esa suerte de pirámide invertida, donde vos tratabas de captar, de atrapar -con algo interesante- al lector, eso cambió también. Ahora es una cosa increíble, muchas veces el título ni siquiera está en el desarrollo de la nota y lograron que vos te quedes buscándolo mucho tiempo ahí. La apuesta es que estés mucho tiempo con el teléfono, el algoritmo, porque por ahí te venden cosas, toman información de vos. ¡Los teléfonos nos conocen más que nuestra madre, que nuestra mujer, que nuestro mejor amigo, nos conocen mucho mejor!

-Nos escuchan todo el tiempo…

-Nos escuchan, saben qué comemos, qué gastamos, dónde lo compramos, dónde estamos, le damos todo, le damos la ubicación. Nosotros que venimos de otra época. Mirá, recuerdo de la anterior mudanza que hice y tenía muchas libretas, todavía uso mucho papel te aclaro, en un momento me dije no voy a cargar con todas estas libretas. Antes de tirarlas digo: las voy a mojar, no iba a prender fuego porque estaba en un departamento. Las mojé, las metí en una bolsa y las tiré, para que se diluya la tinta, que no se lea, una estupidez (sonríe). Bueno, ahora no necesitan investigar nada porque está todo arriba, les mostramos todo. Es muy difícil estar ajeno a este gran ojo que es el sistema, que en realidad no hace una persecución ideológica, acá por lo menos en los términos que sabemos. Porque ojo, en otros países sí, porque también saben lo que leés, decís, y todas tus costumbres para venderte, porque el gran objetivo ese ése, somos consumidores y eso es lo que hay que tratar de problematizar fuerte. Lo están haciendo algunos pensadores en el mundo, filósofos inclusive, pero desde los medios podemos aportar algo también, tratar de decir: «Che, pensá, dudá, incluso de lo que yo mismo te estoy diciendo».

-Cuando Sietecase abre el placar cada mañana, ¿Qué traje elige para enfrentar la realidad, el del poeta, el del periodista, el escritor, el Sietecase bohemio?

-Creo que soy el mismo. Conviven en mí distintas facetas pero en realidad son solo dos si uno se pone a pensar. Tengo dos oficios, los dos tienen que ver con contar, uno con el periodismo y otro con la literatura. Pocos saben que vengo de la literatura, porque ya escribía poesía en una revista literaria cuando ni siquiera soñaba con ser periodista, el periodismo vino después. Trabajé en un banco, una metalúrgica, una imprenta, después llegué al periodismo y pude empezar a vivir del periodismo, que me encanta, me gusta, lo disfruto. Ahora quizás estoy un poco cansado y amargado por el proceso que se vive de degradación de los productos periodísticos, pero es un oficio que reivindico. También hago literatura. Suelo decir que conviven en mí «La bella y la bestia», literatura y periodismo (risas). Pero están las dos, no es que me pongo un traje sí, un traje no. Lo que hay que tener claro es que cuando uno produce material periodístico no se puede mentir, no se puede inventar, no se puede manipular, hay que tratar de registrar todas las voces posibles porque eso mejora tu producto final. Y cuando hacés literatura ahí sí vale todo, podés hacer cualquier cosa, podés jugar, inventar y saber en qué momento lo hacés. El periodismo lo hago con la misma pasión, en el programa de radio, por ejemplo después de tantos años, con el mismo entusiasmo que hago un producto literario.

-Esta semana en la radio en algún momento estuvo en modo Alfonsín, ¿Tendríamos que recitar el preámbulo de la Constitución con el mismo amor que cantábamos el himno en el Mundial de Qatar para que a nuestro país le vaya un poquito mejor?

-No lo sé. Justo lo tuve muy presente cuando se dio esa sucesión de críticas de Patricia Bullrich, Luis Petri, Pichetto y otros a los extranjeros. Me pareció increíble, porque en principio son dirigentes que se referencian más con el liberalismo y el speach este de que «los extranjeros te sacan el trabajo, te usan las facultades», bueno… Además todo dicho con datos erróneos por otro lado, algo muy preocupante, sobre todo Patricia Bullrich, que puede ser presidenta de la Nación, y dijo que el 50% de la matrícula universitaria eran extranjeros y es el 4.4%, un error grosero. Son discursos de la derecha más rancia esto de culpar al extranjero. Y sobre todo en Argentina donde la mayoría de los extranjeros, desde nuestro abuelos para acá, se han insertado y laburado. Me pareció muy raro. Y me acordé del Preámbulo porque es un texto hermosísimo, que ahora que lo volví a leer me dan ganas de decir que es quizás el texto más hermoso que se haya escrito dentro de la estructura institucional argentina. Un texto luminoso, que en forma muy breve plantee el deber ser de la Argentina, no sé si encontrás otro texto así. Y esto tan bonito, tan generoso de decir que estos derechos son para cualquier persona que habite el suelo argentino, no importa dónde haya nacido.

Reynaldo Sietecase - InfoGremiales

-De buena voluntad.

-De buena voluntad. Es precioso, tiene una precisión, no sé, me imagino la mano de Alberdi en esa redacción. En algún momento se discutía mucho si era parte o no de la Constitución, algo interesante, como está previo al articulado. Y mirá Alfonsín qué claridad tiene cuando lo empieza a recitar, una especie de lámpara de luz ante la negrura de la dictadura, con eso solo ya alcanzaba. Bueno, no se cumple el Preámbulo ni muchos artículos de la Constitución, estamos mucho mejor (risas compartidas). No sé si hay que recitarlo todos los días pero estaría bueno tenerlo presente.

-Otro ejercicio al que invita usted es en base al Martín Fierro: «Olvidar lo malo también es tener memoria». ¿Lo transpolaría al país también? Aún cuando muchos tenemos la pesadilla de que un 24 de marzo la Plaza de Mayo esté vacía.

-Hay dos referencias a la memoria en el Martín Fierro, una es ésa, «Sepan que olvidar lo malo también es tener memoria», al final, cuando Fierro está medio de vuelta, le ha pasado todo en la vida y es un Martín Fierro más sabio el que se plantea eso, que tampoco puede estar todo el tiempo, toda la vida con algo. Pero a su vez, adentro del Martín Fierro, hay otra sextilla que dice exactamente lo contrario. Cuando dice «olvidar lo malo también es tener memoria», él se refiere en lo individual, no en lo social, que una persona también tiene que tener ese derecho de decir: «Bueno, basta, a esto horrible que me pasó en mi infancia, también tengo derecho a olvidarlo», porque tengo memoria al olvido. 

-O sea, como esas libretas suyas humedecidas y en una bolsa que usted tiró en la mudanza.

-Está bien, pero insisto, paralelamente no se refiere al olvido como un olvido social. Una sociedad que olvida es una sociedad condenada, ya lo dijeron hasta el cansancio muchas personas, y una sociedad condenada puede repetir algunos de los errores. Yo juego mucho con eso. Incluso en mi novela «No pidas nada» hay un personaje que recita mucho el Martín Fierro, usa los dos términos, los plantea, porque yo quería plantear el tema de la memoria también ahí, y hacía esa contradicción en la obra de José Hernández, que es uno de los libros fundamentales de la Argentina.

-¿Debería ser de lectura obligatoria?

-Depende cómo se dé. Yo me divertía mucho porque tenía una profesora muy buena, que nos lo hizo representar al Martín Fierro, nos reíamos tanto, hacíamos los personajes. Por eso le agarré tanto cariño a esa obra literaria. Me imagino que si a alguien le dicen: «Tomá, léete el Martín Fierro», bueno, es un bodoque, y así en verso, quizás hasta se aburre. Pero si vos a los chicos les decís vamos a tomar este fragmento, vamos a representarlo, vamos a jugar con el Martín Fierro, creo que cambia todo. El maestro es tan importante, porque vos podés darle cualquier programa a alguien, pero el tipo o la chica, el docente que está ahí, es la o el que te cambia la perspectiva. Para mí hay libros que son fundamentales, creo que el Martín Fierro lo es. Pero insisto, el tema es cómo se da. Es la diferencia entre que te hagan amar o no amar la literatura porque si te dicen: «Primer año, te doy el Cantar del Mío Cid», bueno te van alejando de la literatura.

-Rodrigo Díaz de Vivar, el que «en buen hora ciñó espada» y los españoles lo pasearon, ya muerto, por la costa para intimidar a los árabes que pretendían invadirlos…

-(Sonrisas compartidas) Pero claro que sí, fijate, a lo mejor empezás: «Miren, les voy a contar la historia de un personaje tan importante, tan significativo, que muerto todavía iba a una batalla». Y los pibes paran las orejas: “¿Qué dijo señorita?» (más risas). Depende mucho de cómo te cuenten, incluso la historia, cómo se puede trabajar, volvemos al principio de tu charla, cómo pensar. El secreto es pensar, cómo hacés amar a las cosas. Siempre digo que mi amor por la literatura tiene que ver con mi casa, donde había libros -en una casa que no tiene libros es más difícil que se lea-, pero tenía un profesor de 4to grado al que vi hace poco, Raúl Pedemonte, que los viernes terminaba un rato antes el grado y leía un cuento. Todos los viernes, entre tantos leía «Los cuentos de la selva», de Horacio Quiroga, éramos chiquitos, y me fue acercando, además era locutor también con una voz hermosa, y él me hizo ingresar al mundo de la fantasía, algo fantástico. Pequeñas cosas que puede hacer un maestro.

«Mi frase favorita es de Camus: ‘El mayor acto de libertad de una persona es decir que no’. El tema es cuándo decís que no y en el periodismo es decir que no a las cosas inaceptables, a hacer cosas que falsean la verdad, que no se refieren a los hechos, que son inaceptables profesionalmente»

-Un camino para llegar hasta su frase: “La dependencia de la independencia”.

-¿Yo dije eso? ¡Mirá, invento frases, robo muchas cosas también! (carcajadas). Uso mucho una frase de una novela de Raymond Chandler que tenía ese detective maravilloso que es Philip Marlowe. En una de las novelas, creo que en “>»El largo adiós», le preguntan qué hace y el tipo dice: «soy un hombre independiente que trabaja de ser independiente», y él es un detective privado. Hay un valor ahí, hay que tratar de ser independiente. Son distintos grados según lo que vos hacés. Por ejemplo, para un  periodista es ser independiente de los gobiernos, primero, que vos tengas la libertad de poder hacer tu laburo sin estar ligado a un gobierno. Y después ser independiente en el sentido de que no estés trabajando en función de lo que te pauta una empresa comercial y tener independencia en los momentos que hay que tenerla. Ya que estamos en tren de frases, mi frase favorita es de Camus: «El mayor acto de libertad de una persona es decir que no». El tema es cuándo decís que no y en el periodismo es decir que no a las cosas inaceptables, a hacer cosas que falsean la verdad, que no se refieren a los hechos, a las cosas que son inaceptables profesionalmente. Entiendo así ese caminito. Tu independencia va creciendo según crece tu espalda ¿en qué sentido? No le podés pedir la misma independencia a un movilero que a un conductor de radio, que a un editor, primero porque si ese tipo se tiene que ir a otro lugar tiene más chances de encontrar otro laburo.

-Muchos menos viendo hoy la escala salarial de la prensa gráfica.

-Claro, por eso, qué les vas a decir. Siempre digo no estoy dando instrucciones, no pontifico, digo un camino, a mí me pasó muchas veces de tragarme sapos, después vi la manera. Me acuerdo que estaba en Rosario en los móviles, teníamos un tema que quizás afectaba  afectaba a la radio porque era cliente y se lo pasábamos a otro compañero de otra radio donde ese tipo no pautaba. Tenés muchas maneras de quedarte tranquilo con tu conciencia sin arriesgar el trabajo, porque tampoco es cuestión de quedarte sin laburo. Ahora, cuando podés quedarte sin laburo y podés decir que no, hacélo. El problema acá no es los que dicen que no, son los que dicen que sí, con entusiasmo, hay mucha gente que ante cosas inaceptables dice que sí, incluso las disfraza y de pronto las convierte en algo propositivo.

-En ese punto, ¿cuántos saludos tiene ganas de editar o gambetear el Día del Periodista?

-No, mirá, estoy bastante tranquilo conmigo mismo. Voy poco a las reuniones de periodistas porque a veces miro y me siento un poco como ajeno al colectivo. Me empezó a pasar eso, digo: «¡La pucha», o voy a algunas reuniones y digo: «Uffffff!». Hay de todo, la mayoría de la gente labura bien, después tenés un montón de gente que hace otras cosas, que confunden a lo mejor prestigio con fama, o popularidad con calidad, qué sé yo.

-Aseguró que la grieta es un excelente negocio, ¿le trajo algún problema haber dicho eso?

-No. En realidad es una frase de Carlos Rottemberg durante una entrevista que le estaba haciendo Majul, le dijo justamente eso, y le dijo que él era uno de los que se beneficiaba, que era como un gran supermercado. Está buena esa frase. A mí parece que la grieta, ahora que lo pienso un poco más frío, es un acto de pereza para un periodista, sobre todo para un analista. Entiendo la grieta en la gente, en la militancia, pero en alguien que analiza la realidad me hace un poco de ruido. A ver, es tan sospechoso un periodista que no critica nunca como un periodista que critica siempre, a cualquier gobierno. Porque el mejor de los gobiernos tiene corrupción, se manda macanas, tiene tipos que son cuestionables, y el peor de los gobiernos a veces hace cosas que están bien, o tiene políticas virtuosas o continúa políticas de Estado. Al blanco-negro, yo me resisto. Cuando empezó en 2008 esta lógica de década ganada y década perdida me pareció increíble. La realidad es muy compleja, hay cosas que fueron ganadas y cosas que fueron perdidas. Después, lo que uno puede pedirle a los gobiernos, si ya hay un posicionamiento ideológico de cada uno, porque yo tengo mi ideología, juzgo a los gobiernos en general por qué orientación global tienen. Si favorecen a la gente o no la favorecen, si respetan o no los derechos humanos, las cuatro o cinco cosas que tienen que ver con mi ideología, si defienden la educación pública, la ciencia etc. Ahora, después tengo para analizar un montón de cosas de cada gestión, me parece que es un poco cómodo decir: “Estos tipos hacen todo mal y los nuestros hacen todo bien”, o al revés.

-O como en el fútbol, siendo de Racing, atribuirle el drama desde 1967 a 2001 contentarnos con que todo sucedió por a malos arbitrajes y no al juego de mi equipo y otras circunstancias.

-Es echarle la culpa al otro. En la pandemia sacamos el libro «Periodismo: Instrucciones De Uso» que salió en Prometeo y tiene 10 ensayos.

-¿Ahí está su  decálogo?

-No, ahí no está publicado el decálogo pero hay 10 ensayos de distinta gente que respeto. Armé esa antología a pedido de Prometeo y centralmente en mi ensayo hablo de «Periodismo para la hinchada», hay una lógica de que yo trato de contentar a la gente que me escucha y punto, entonces no la contradigo para nada. Por eso se han segmentado tanto los discursos, vos ves un canal y te dicen: «Macri rozó la dictadura», ves otro y te dicen «Cristina es chorra», por sintetizarlo, es como que todo está bajo ese paraguas. Y después se empieza a dar la lógica de los protagonistas de la información que dicen: «Yo salgo con esto que estoy cómodo, con esto no salgo». Empieza a darse una cosa muy singular. Creo que está pasando eso y me preocupa porque hace que los productos periodísticos se degraden, esta lógica medio binaria. Lo que pasa es que hay un público para eso, no es tan grande pero es intenso y sostiene. Entonces cada vez que vos te querés correr de ahí se te cae la audiencia, entonces te dicen: «No, no, decí más, decí más barbaridades que mejor es».

-Y lo dicen por el auricular cuando uno o alguien está al aire, por la cucaracha. (Risas)

-Claro, pero insisto, es una lógica que tiene que ver con la tecnología, antes había menos medios y trataban de ser creíbles, era un capital ser creíbles, ahora no importa demasiado.

-Me dijeron alguna vez que «existen enemistades que enorgullecen». ¿Le pasó?

-Sí, cuando estaba en una actitud más beligerante me peleaba con colegas y otra gente decía eso. También te definen tus enemigos, o te acercan a alguien los enemigos de esa persona. Yo me río. No soy ateo pero no soy creyente, soy un dudante, siempre digo que me encantaría que Dios exista pero mi fe es muy flaca. Y lo lamento, no me vanaglorio, no digo: «¡Qué vivo que soy», la verdad que lo lamento, me encantaría creer.

«La grieta, ahora que lo pienso un poco más frío, es un acto de pereza para un periodista, sobre todo para un analista. Entiendo la grieta en la gente, en la militancia, pero en alguien que analiza la realidad me hace un poco de ruido»

No dice «a mí ni Dios me seduce».

-No, claro. Ojalá exista, ojalá algo me lo haga ver o cuando pase para el otro lado me encuentre con mis seres queridos, va a ser extraordinario, pero fijate, cuando veía y veo las críticas que le hacen al Papa Francisco a mí me dan ganas de bancar al Papa. Digo, si todos estos tipos le están diciendo de todo, y los tipos estos son impresentables, me acerco, lo miro con atención, me pasa con alguna gente eso, o sea me acercan al Papa sus enemigos, a veces los enemigos te definen también. Y en lo personal a veces me he sentido -en ese aspecto- como satisfecho, digo: «Bueno, si estos tipos me están criticando, a lo mejor estoy haciendo las cosas bien y no mal».

-Contó en la radio que lo pudo llevar a su papá a Italia, a su pueblo, donde todos o muchos son Sietecase. ¿Esa alegría es imborrable no?

-Sí, y es algo que agradezco. Ahora se fue una amiga de viaje con los papás. Estaba en duda y le dije: «Mirá, una de las cosas que más satisfacción me ha dado en mi la vida es en algún momento es haber tenido la lucidez de hacer ese viaje, mi viejo no conocía Europa». Yo había empezado a ganar unos manguitos y él estaba medio peleado con su familia, porque el padre lo había abandonado, una historia muy dura y lo convencí de ir a Italia. Y fuimos a Sicilia juntos, con muy pocos recursos, fue una cosa de cercanía, viajábamos en transporte público, en el tren que cruza de Roma a Palermo, que pasa por Messina, por el estrecho, y dormíamos los dos en la misma cama en una pensión. Y está bueno si uno es consciente de que la vida pasa rápido, que todo es muy frágil y si tiene la lucidez de decir le voy a dedicar tiempo a algo precioso como pueden ser tus viejos, está bueno. Yo tenía muchísimas diferencias con mi viejo, es más, mi gran ejercicio de discutir, de bancarme a alguien que piense distinto creo que lo curtí con mi padre, que pensaba muy distinto que yo, y discutíamos muchísimo. Y recuerdo que cuando él falleció, fui a buscar cosas a su departamento, me traje un libro que yo le había regalado, de Manuel Vicent, que hace poco escribió un texto hermoso cuando falleció su hijo. Manuel es escritor, español, y su hijo era corresponsal del diario El País en Cuba, en La Habana. En ese libro yo le había puesto a mi papá «Por las diferencias que nos unen», como dedicatoria. Me parece que está bueno pensarlo así, hay gente con la que te unen las diferencias, porque los querés, los respetás, entonces la diferencia no termina de ser una barrera sino un motivo de debate de discusión. Si se puede hacer sin agravios personales -que ese es el gran ejercicio- porque si vos te sentás a discutir y el otro ya te agravia, eso termina en pelea. Ahora, si la discusión se mantiene en parámetros donde vamos a intercambiar ideas y uno se va pensando, suena naif pero para mí no es tan difícil.

-Este ciclo de entrevistas comenzó en 2021 y vamos preguntando, a quienes tienen la gentileza de charlar con nosotros, si nos quieren hablar de su mesa chica.

-Sí, tengo dos hijos que están en el exterior, uno en España, que es ingeniero y está trabajando ahí, está bien y haciendo una experiencia muy linda, y mi otro hijo es músico y está en Berlín, también viendo ahí qué onda con sus cosas. Los dos están afuera, lo que no me parece nada mal, porque es una experiencia que está buena, veremos qué deciden. Me parece que uno construye su vida donde puede, donde se plantan sus sueños, si es acá es acá, si es afuera es afuera, no idealizo el estar afuera, sí me parece que viajar siempre hace bien. El otro día estuve leyendo bastante sobre inmigración, con esto que había dicho Patricia Bullrich. El 65% de los argentinos tenemos ascendencia europea, el 31% es de pueblos originarios y un 4% afrodescendientes. Somos muchos los que venimos con abuelos, bisabuelos de Europa. Esta tendencia de ir a Europa, más allá de cuando nos empuja la dictadura, la crisis económica, o lo que sea, es bastante razonable para que de pronto nosotros pensemos en esta ida y vuelta. A mí no me preocupa. Creo que uno tiene que tener un lugar donde ser feliz, y ese lugar puede ser su país, sería lo ideal, creo que todos preferimos ser felices en donde nacimos, pero si no es así la búsqueda vale la pena, la aventura te hace crecer.

-¿Tocó alguna vez la banquina del padre ausente?

-Y un poco sí, porque me vine a Buenos Aires, yo nací en Rosario, y mis hijos se quedaron en Rosario porque son hijos de dos mamás distintas y bueno yo volvía todos los fines de semana. En verdad, me habían ofrecido volver a Buenos Aires y decía siempre que no. Cuando apareció la revista Veintitrés, la que se llamaba Veintiuno, Lanata me vuelve a convocar, ahí dudé porque tenía muy idealizado lo que era Página12. Pensé, no me voy a quedar afuera, venía de la gráfica a pesar de que hacía radio desde muy chico, y hacer un  proyecto de gráfica en Buenos Aires me decidió, tuve el acompañamiento entonces de mi pareja y me vine. Y si bien volvía todos los fines de semana, era un esfuerzo, y para ellos también, porque de lunes a jueves yo no estaba en mi casa..

-¿Y no dejó secuelas?

-Debe haber dejado porque todo deja secuelas.

-Se lo pregunto porque Hugo Yasky, ante la misma consulta, nos admitió que él tenía las mismas dudas pero concluyó, terapia e hijos mediante, que ellos no guardan rencores.

-No lo sé, ojalá sea así. Yo los amo y lo importante es eso, amar a los hijos, estar presentes cuando te necesitan, acompañarlos en sus decisiones, ser comprensivos con sus errores, bancarlos siempre, pero después, nada, el tiempo es una cosa importante, cuando uno no está no está. No quiero ser indulgente conmigo mismo, porque la verdad, te lo acabo de decir antes, dar tiempo es lo más lindo que hay. Si vos tenés que regalarle algo a alguien que querés eso es tiempo, y no estar implica no dar parte de tu tiempo. Después tenemos las justificaciones que quieras, vos decís: «Bueno mirá, hice una carrera, eso me permitió comprar una casa en Rosario, con fondo, y ellos lo disfrutaron, después encontrás cualquier biri biri, y pudimos viajar, logré que ellos viajen también». A hora  los dos están afuera porque creo que también tienen ese concepto, y que estudiaran y todo lo que quieras. Pero también está lo otro, nada es perfecto.

-A Rosario le dicen «La Chicago argentina», históricamente. Por estos días hay una serie Chicago PD sobre la violencia en esa ciudad de los Estados Unidos ¿Le duele su Rosario?

-Sí, terrible, me siento impotente, muy amargado. Viví una Rosario en donde salía de mi casa en bicicleta a cualquier lado, tranquilo. Aparte es una ciudad que tuvo un desarrollo del 83 para acá muy virtuoso a nivel de estructura urbana. Era una ciudad que estaba tapiada, de espaldas al río y tuvo un plan director que se trazó, todas las intendencias lo siguieron y abrieron la ciudad al río. El Paraná en Rosario es algo inexplicable, inenarrable, algo que mejoró mucho todo eso, y ver que en los últimos 10 años de pronto pasó a ser -no toda la ciudad porque también esto hay que explicarlo- un 10, 15 % de la ciudad es territorio del narcocrimen, es muy fuerte y te da mucha angustia. Mi hijo, dudando si se vuelve y no le digo nada porque es decisión de él, pero decís: «¿Venir a este momento de la Argentina, en este momento de Rosario?». Lo pienso y no se lo digo, me amarga porque yo viví una ciudad donde esto era impensable.

-Sonia Alesso, la titular Ctera nos aseguró que los medios de Buenos Aires hablan de los pibes que matan y mueren en su ciudad, pero no de la gente que se está llenando de plata con esto.

-Claro, es que si no rompés el negocio no lo vas a parar esto. Le dieron cadena perpetua a uno de los tres de la bandera de la cancha de Newell’s cuando fue el homenaje a Maxi Rodríguez. ¿Viste que había un «Mono», un «Pollo» y un «Toro»? Bueno,  el «Toro» es Escobar de apellido, le volvieron a dar otra cadena perpetua. Hablé con la fiscal, me pareció interesante una fiscal que lo acusó, el tipo desde la cárcel mandó a matar a la pareja nueva de su ex novia. Está comprobado en los audios, un albañil de 22 años, fueron los sicarios y lo mataron, lo comprobaron en el juicio y ahora le metieron otra cadena perpetua. Pero los tres tipos que estaban en esa bandera están en la cárcel y tienen condena, pero siguen manejando la droga, ordenando asesinatos, eso quiere decir que el negocio subsiste, que los tipos siguen siendo gerentes de eso que está pasando. Es muy complejo, no los terminás ni siquiera metiéndolos presos. Pero eso pasa, el narcocrimen es el gran desafío de la democracia. Lo mataron a Pablo Escobar Gaviria ¿desapareció el narcotráfico en Colombia? No. El «Chapo» Guzmán preso, ¿desapareció el narcotráfico en México? No. Siguen siempre, lo reemplazan al tipo y se terminó. La única posibilidad es atacar el negocio pero para eso necesitas voluntad política, una policía que no esté permeada por la corrupción, la de Santa Fe participa del delito. Hace un  tiempo Daniel Erbetta, el presidente de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe, me dijo «la policía de Santa  Fe no existe». Y yo hablo con mis colegas de Rosario y me dicen ¿cuánto hace que no ves un policía herido? Y no es que quieren que haya policías heridos, ¡pero no hay un tiroteo muchachos, en una ciudad con este nivel de criminalidad!

-Usted hace años que usted viene reclamando un Poder Judicial de verdad.

-Es parte del problema, lo que pasa es que ahí también hay una incapacidad grande de la política, estas son las cosas que vos tenés que tener un mínimo consenso. Vos para cambiar una Corte, para reformar el Poder Judicial, para hacer reformas de largo plazo necesitas consenso, parece una palabra maldita para la política pero vos necesitas consensuar.

«El Modelo Sindical Argentino debería revisarse, tampoco quiero caer en la lógica del ‘sindicalismo es malo, malo, malo’. Aún con todos sus defectos Argentina tiene un modelo sindical que es fuerte y por lo menos hace que se cumplan muchas cuestiones, después tengo muchísimas críticas»

-¿Cuántas veces le ofrecieron ser funcionario?

-Un par, pero hace bastante tiempo. Nunca tuve duda de que no. Me interesa mucho el periodismo, si no fuera periodista me parece que hay que meterse en política, no digo que es una porquería, ojalá todo el mundo se meta en política, hay que participar. Lo que pasa es que para mí es incompatible, en otra época era más fácil viste que muchos periodistas, Sarmiento por ejemplo, casi todos, Mitre, un montón lo hicieron. Pero creo que en los últimos 50 años es incompatible para hacer un periodismo con cierta independencia, volvemos a lo de antes.

-Myriam Bregman, la diputada de la Izquierda con algo de humor pero también certezas me dijo que no le faltaron propuestas para ligarse al peronismo. ¿Usted cuantas ofertas tuvo de la derecha y del kirchnerismo?

-No, no he tenido, la verdad que no. Aparte ¿qué les podría aportar? Trato de tener mi criterio. Soy una persona de formación de izquierda, lo digo sin ningún problema, al contrario, mi ideología me protege porque define, decís: «No digas eso porque no te van a contratar!», al contrario. La gente se da cuenta que, más allá de mi ideología, si veo algo que está bien, aunque lo haga un dirigente de la derecha, no tengo ningún empacho de decir por ejemplo que el proceso de urbanización de barrios en el la Ciudad de Buenos Aires es muy bueno, porque lo veo, he ido allí, me parece que es bueno. Puedo decir cosas malas también, soy amigo de muchos dirigentes socialistas de Santa Fe y para mí con la seguridad ha sido malísima la gestión del socialismo, se les escapó la tortuga claramente. Por eso te digo no me importa porque si no no sería periodista. Si no tengo la libertad de poder criticar a los que están más cerca estoy en problemas. Para mí eso es parte de un ejercicio y lo vengo manteniendo. Creo que si tengo un pequeño capital es ese.

-CGT, tema libre.

-Me preocupa un poco la situación que se vive, se ve en muchos de los gremios que hay estructuras que se han burocratizado al extremo. Hay una cosa ahí de burocratización, esto de permanecer tanto tiempo. Me preocupa el sindicalismo que cuando tiene mucha convivencia, tienen actitudes empresarias e incluso tienen empresas. Me impactó mucho cuando lo detuvieron a José Pedraza por la muerte de Mariano Ferreyra, porque decía: «Mirá qué paradoja», Pedraza pasó hambre, fue de la juventud comunista, era un militante. Vos lo ves y era el modelo de sindicalista que de abajo sube y sube, pelea, enfrenta la dictadura y de pronto termina detenido en su domicilio de Puerto Madero por el homicidio de un militante. Entonces decís, ¡mirá qué parábola terrible!

-Hay otras paradojas históricas, fuera de grabación hay dirigentes sindicales que asume, «somos los peores patrones del mundo».

-Y aunque tenga esta crítica que es fuerte, creo que el Modelo Sindical Argentino debería revisarse, tampoco quiero caer en la lógica del «sindicalismo es malo, malo, malo». Aún con todos sus defectos Argentina tiene un modelo sindical que es fuerte y por lo menos hace que se cumplan muchas cuestiones, después tengo muchísimas críticas. Con la CTA tengo un poquito más de afinidad porque los dirigentes me parecen más combativos. El modelo sindical argentino es poco democrático en su movimiento interno, debería ser mucho más abierto, mucho más democrático, no le hace bien que permanezcan tanto tiempo en el cargo, no debería haber reelección. No me gustan las reelecciones en ningún ambiente, creo que tendría que haber dos turnos y afuera, y en todo caso volver, pero creo que no es bueno en ningún lado, ni en las intendencias me convence la reelección. La alternancia oxigena, permite nuevos dirigentes, pero igual con toda esta crítica no quiero entrar en la lógica del «sindicalismo es malo», menos en un momento tan delicado a nivel socioeconómico.

-Donde el paradigma parecen ser los emprendedores liberales exitosos.

-Exactamente.

-¿Participación en Ganancias de los trabajadores?

-Eso se tiene que pautar, en muchos lugares la propia empresa lo da y les va muy bien. Es una discusión que está buena porque el trabajador se pone la camiseta. Está claro que, no lo digo yo lo dice la historia, que el Estado manejando los medios de producción fracasó. No sé, no me gusta tampoco el capitalismo extremo como se vive ahora, pero está claro que la empresa como organización de producción de bienes es una empresa capitalista. Dentro de eso hay muchas variantes, está la empresa que solo explota a sus trabajadores y está la que tiene una visión de un capitalismo un poquito más humano donde la empresa puede repartir ganancias. Parece un win win, si vos le decís a los trabajadores: «Muchachos miren, si ganamos plata, cuando pasamos tal límite, todos ganamos un poquito». Me pasó una sola vez, en Rosario, hacíamos un programa muy exitoso que se llamaba «Los Mejores», y en momento nos dijeron, si pasamos -por decir cualquier cosa- 2 millones de pesos de facturación, ese porcentaje para arriba el 10% es para los trabajadores. Y la verdad que a nosotros nos incentivó mucho y a lo mejor ganabas 5 mil pesos más pero era una alegría, y qué bueno, ojalá vendan más esta radio, ojalá vengan más clientes, anunciantes. ¿Sabés cómo defendían la tanda los locutores? Me acuerdo de eso, porque sabían que había una apuesta donde participaban. Así que en principio claro que estoy de acuerdo.

-Además con un valor agregado y bien argentino, lo dicen los economistas liberales y hasta el FMI es que el nivel de renta empresaria, para algunos sectores, en este país no existe en otras naciones del planeta.

-Y sí, es así, a ver, ojo no les pasa a las pymes, hay que hacer muchos cambios en Argentina. Hay que hacer una reforma impositiva urgente porque es verdad que eso de cuando muchas pymes dicen ya no aguanto más, no soporto más, y por eso hay tanta evasión. Debería haber un sistema impositivo mucho más ágil, con impuestos más claros para tributar, que haya menos evasión y que el tipo quiera poner una empresa y tomar trabajadores, incentivar la toma de trabajadores en blanco.

-La realidad nacional vinculada a la escena de la película «Los sospechosos de siempre», cuando el vilano dice remarca: «El gran secreto del diablo fue hacerle creer al hombre que el diablo no existe». ¿Recuerda algún momento de la Argentina con tanta popularidad de la derecha entre pobres y la clase media?

-No, la verdad que no. Pero hay muchos factores, mucho desencanto con la dirigencia política, una falta de empatía. El peronismo sobre todo perdió empatía con los sectores populares, no se ocupó de los dos temas que más le angustian a la gente. Estuve haciendo un ciclo para Telefé que fueron 8 programas especiales y fui a 8 lugares del Conurbano a hacer informes, antes de las últimas legislativas del 2021. Y me di cuenta de que perdía el peronismo con seguridad. El enojo que recogí entre las escuelas cerradas por la pandemia -vos decís bueno, no había otra forma-, pero la gente tenía los chicos ahí, y también la inflación y la inseguridad. En todas  las personas que hablaban pasó, porque quien sufre más la inseguridad es la gente que tiene menos recursos, no la que tiene más. El que se levanta y está esperando un bondi a las 6 de la mañana, el que tiene que volver a la noche de laburar. A mí me alucina el peronismo, como que se desentendió de todas las cuestiones que más les preocupaban a sus bases, me parece rarísimo como proceso. Incluso los personajes que aparecen denostando la política un poco se apoyan en eso y les disparan: «Flaco, si no te están dando nada».

-La seguridad como especialista de policiales te servirá muchísimo para la política

-No soy periodista de policiales, he trabajado en lo policial para mis novelas sobre todo.

-¡Bien por editarme! Reformulo entonces, usted ha considerado que como escritor en la Argentina, a diferencia de otros países, no se pueden crear personajes de policías buenos porque se asume socialmente que no existen. Y hoy en la política pasa eso, ser político es sinónimo de lo malo para mucha gente.

-Y es injusto eso porque yo que cuento la política hace 30 años, conozco cantidad de políticos que son buena gente, que laburan mil horas, me contestan un off a las 11 de la noche y me dicen: «Estoy volviendo a esta hora a mi casa». Hay de todo, hay mucha gente que labura, como en el sindicalismo, como en todo. Sí creo que algo más grave es que se perdió el código de representación popular, la democracia tiene que revisar su circuito de representación, porque tenés un montón de gente que está enojada y no se siente representada, que vota. Ahora, ¿viste como cayó la cantidad de participación en las elecciones?

«Quien sufre más la inseguridad es la gente que tiene menos recursos, no la que tiene más. El que está esperando un bondi a las 6 de la mañana, el que tiene que volver a la noche de laburar»

-Y hay que explicarle a los más jóvenes que paritarias no hubo siempre y repetir que es gravísimo que en alguna manifestación, nos filmen o nos fotografían, años atrás eso era camino al cadalso. ¿Hay que estar en esa tarea docente, sin ser docentes?

-Sin duda, también es algo que tiene que hacer el periodismo.

-Éramos pocos y apareció algo que ni Julio Verne ni Ray Bradbury imaginaban: la inteligencia artificial

-Estoy impactadísimo. Recién me mandaron dos cosas, una el quiosquero de la esquina, mi amigo Miguel, me dice ¿Viste a Gardel cantando la canción del mundial? Esta Gardel cantando «Muchachos». Y vi al Indio Solari cantando un tema de Soda en el escenario con Cerati, algo que no existió. Como eso empiezan a pasar un montón de cosas que vamos a ver y asusta un poco. En literatura ya vimos el tema de la máquina enfrentando al humano, la máquina con voluntad, que es lo que está pasando ahora. Lo revolucionario de la inteligencia artificial es que es la primera vez que tenés un producto del hombre que puede adquirir autonomía, eso no había pasado nunca. Si bien los que son optimistas te dicen: «Pará un poquito, para que esa máquina tenga autonomía falta un montonazo», bueno todo bien pero es un proceso al que hay que controlar porque empezás a tener algo que cada vez responde mejor. De hecho el chat del GTP pago tiene un 6% de errores porque el otro tiene un montón de errores, el que accedes gratis.

-E incluso toma nuestros y sus errores para corregir sus propios contenidos.

-La nueva te diseña un puente, empieza a pasar eso. Vos decís, ¿es bueno? Y sí, si lo combinas con la cabeza del hombre está buenísimo, porque vos tenés el ingeniero ahí, el tipo lo pone en la máquina y resulta que calcula mejor y vos lo leés. En medicina dicen que va a ser revolucionario porque va a mirar mejor un estudio, un laboratorio tuyo, lo vas a meter ahí y te va a decir cosas que el médico a simple vista no ve. Si es complementario de la actividad del hombre va a ser algo buenísimo, el tema es que eso no se vuelva en contra en algún momento.

-De lo terrenal, cuándo la hinchada de Newell’s, en el homenaje a Maxi Rodríguez, ovacionó a De María, algunos lloramos de emoción como en el mundial de Qatar ¿Cómo lo viviste?

-Me dio una gran alegría porque tenía mucho miedo, fue muy jugado eso en la cancha de Newell’s. En Rosario se vive el fútbol de una manera. Pero a su vez tiene dos cosas, siempre lo cuento, mi hermana es de Newell’s, uno de mis mejores amigos es de Newell’s, estás acostumbrado a convivir con el que piensa distinto. Parejas mixtas en ese sentir futbolero hay un montonazo y tienen hijos y un hijo es de Newell’s y un hijo de Central. Tengo amigos así. Estás obligado a la convivencia, como hay poca incidencia de clubes de afuera, vos vas a un parque y ves camisetas de Newell’s y de Central. Los que ensuciaron todo son las barras y después los narcos en las barras, que pudrieron todo, pero me cansé de ver clásicos con la otra hinchada en el estadio y era hermoso porque Central- Newell’s en una época se daban 10 mil entradas al visitante. ¿Sabés lo qué es bancarte 10 mil tipos del equipo rival? Que además son 10 mil y que te vienen a cantar todo el partido. Y era hermosísimo, un espectáculo, la entrada de Central – Newell’s con las dos hinchadas en la cancha era un espectáculo grandioso. Eso se fue perdiendo con la violencia, y fíjate que paralelamente las barras hace como 20 años que no se pelean, porque son socios en el narcotráfico. Pero sí, me encantó la ovación a Di María en el Estadoi Marcel Bielsa, me parece que es una buena señal. Y una muy buena señal que Messi que no se puso la camiseta de Newell’s. Yo sé que a mi amigo de Newell’s le dolió, pero me pareció un acto de lucidez.

-Y tampoco se puso la de Boca en el homenaje a Juan Román Riquelme.

-Y cuando terminó el partido, en el reportaje que le hicieron, le preguntaron cómo te recibió la hinchada de Newell’s, y dijo me recibió bien la hinchada de Newell’s y la de Central. Es muy inteligente Messi en ese aspecto, es un tipo bastante lúcido a la hora de declarar.

-¿Nos lo merecemos?

-Sí, ¿por qué no? Nos merecemos a Leloir, a Barenboim, Spinetta, Piazzolla.  ¿Por qué no vamos a merecer a Messi!