Gremios opositores postergaron el paro hasta marzo

Al final no hubo sorpresas. Aunque había un ala intransigente del sindicalismo opositor cegetista que quería mantener la medida de fuerza, sus ganas de ir al paro deberán esperar hasta el año próximo. Sucede que la medida anunciada por los poderosos gremios del transporte y apoyada por las CGT Azopardo y la CGT Azul y Blanca quedó en suspenso.

En rigor, la huelga lanzada por esos sectores se postergó «hasta marzo». Así lo confirmó en la tarde de ayer el titular del gremio ferroviario de La Fraternidad, Omar Maturano, al retirarse de una reunión que compartieron los jefes del ramo con la cúpula de la central obrera que comanda Hugo Moyano.

La decisión parecía ya tomada desde la semana pasada, cuando el propio Maturano, Roberto Fernández, jefe de laUTA y otros líderes sindicales se mostraron conformes con el anuncio que hizo Cristina Kirchner de eximir del pago del Impuesto a las Ganancias en el aguinaldo de diciembre a los asalariados que ganen menos de 35 mil pesos.

El «alivio», tal como le definieron los gremialistas, no salda la discusión de fondo sobre el gravamen y su impacto en los salarios, pero es un gesto que se debía reconocer, con otro gesto y así lo hicieron.

Pese al consenso casi inmediato que generó la noticia, los jefes gremiales habían acordado esperar hasta este martes para hacer oficial una posición. La explicación: hacía falta un debate. Pero el resultado de las discusiones parece no haber variado la impresión de los dirigentes respecto a que las expectativas, aunque de manera parcial, se cumplieron.

Es posible que esta resolución alimente el enfriamiento del tándem Moyano-Barrionuevo, ya que el gastronómico había considerado que el anuncio sobre Ganancias era insuficiente para desarticular el paro. Una posición similar expresó el líder de la CTA opositora, Pablo Micheli, quien hasta ahora mantenía intacta su intención de ir a una huelga.

En cualquier caso, el Gobierno consiguió aire para enfrentar el final del año aunque difícilmente pueda postergar mucho más una discusión profunda sobre el mínimo no imponible. Es que desde hace tiempo no es sólo el sector opositor del sindicalismo el que se opone a su aplicación sino que el reclamo ha subido los humos en las huestes afines a la Casa Rosada.