En busca del atril perdido

Varios pliegues de la actualidad política se apelmazan -desordenadamente- sobre este novedoso intento de movilización digital, anque caravana, que promueven la conducción de la CGT y el moyanismo.

Sin repetir y sin soplar, y haciendo una lista no taxativa, convergen en este inédito 17 de octubre virtual las siguientes situaciones:

– Necesidad de ocupar una centralidad de la conducción de la CGT callada la boca en más de un sentido durante la mayor crisis económica de la historia.

– Revitalizar el espacio político del PJ formal y desde allí recrear un polo de poder con centralidad en Fernandez, Alberto.

– Renovar las viejas cuitas nunca saldadas entre la nomenclatura del mainstream del movimiento obrero y Fernandez, Cristina.

– Reafirmar la preeminencia del aparato del movimiento obrero en la calle y resonar aquella tesis de «columna vertebral del peronismo».

– Hacer que una pantalla de celular parezca la Plaza de Mayo.

– Evocar el viejo apotegma de Lorenzo Miguel con una aparateada que parezca pegar para después negociar.

– Justificar los esfuerzos del tesoro (actuales y futuros) que permitan sostener el sistema de obras sociales sindicales.

– Mostrarse como garantes de la paz social y, a la vez, infantería organizada si hubiera necesidad de medir el aceite en la calle a la autoridad del gobierno.

– Validar una conducción que hace rato que no supera el umbral de lo formal.

– Recordar la lealtad a Perón desde el mismo lugar dónde algunos le fueron desleales.

Aunque, estimado lector, usted crea sesgado este raconto, lo que sucede es que estamos ante el momento de menor espesura del movimiento obrero y, sí, da un poco de bronca verlos tan desnortados y tan previsibles en el manual que escribió la dignísima historia de la casa cita en la calle Azopardo. La pulsión de querer jugar en la primera división de la política de Daer y compañía los pone cada vez mas al filo de ser los sparring de los Funes de Rioja de turno con el riesgo de terminar compartiendo con éste (con estos) algunos de sus prejuicios y sus visiones. Una de ellas es ser funcionales a la sobreactuación de la debilidad de Alberto Fernandez -mucho mas notoria en los microclimas del círculo rojo que en las encuestas- generando respuestas que, de no ser sumamente efectivas, corren el riesgo de ser procíclicas con esa debilidad.

Reclamar para el Presidente la conducción del PJ un 17 de octubre desde la CGT es, para la iconografía peronista, un llamado a un acto de masividad lleno de alegría, rosca de movilización, columnas de humo de choripán que disputan el cielo con los zeppelines y la discusión asordinada de dónde van los distintos espacios del movimiento peronista y sus aliados en la plaza y en el escenario. Nada de esto va a suceder el sábado. Y aunque en estas horas la discusión no está saldada, tampoco estaba en el plan primigenio de la CGT la presencia del volumen político que ensalce la autoridad de la cual se lo pretendía investir al Presidente. Traducido, si no está Cristina, esa puesta en escena puede ser interpretada mucho más en desmedro de la autoridad del Presidente que a su favor. Y, como llevaron la política los muchachos, si finalmente concurre seguro que los amigos de los Funes de Rioja se van a encargar de contar la secuencia como un comisariato de «la verdadera conductora». Es verdad que no faltan los extraviados en otras orillas del sistema político de la coalición peronista gobernarte, pero no es menos ciertos que la encerrona política fenomenal que armaron con este 17 de octubre digital arranca desde el riñón de la CGT.

Así las cosas, lo que Daer y compañía le ofrecen a Alberto Fernandez un escenario en el cual deberá hacer gala de su ubicuidad la que, vale decirlo, no le es reconocida como un mérito pese a que es por esa razón, entre otras, que hoy es Presidente.

Y, en honor a la brevedad, no metimos en esta síntesis el desacople de esta movida entre otros actores importantes del amplio abanico sindical (Moyano, Yasky, La Corriente, etc.) que también vienen mirando este 17 de octubre desde una prudente distancia.

Aún así, las negociaciones que se amontonan en estas horas pueden hacer prever desde un final feliz y una foto superadora hasta una deflagración de un acto absolutamente autoinflingida. Hordas de analistas y periodistas esperan el sábado para hacer análisis y comparaciones dónde la recordación de tantos trabajadores que dieron la vida por Perón y por la construcción de un movimiento obrero que aún hoy es singular en el mundo pasarán a un olvido útil. En su lugar emergerá una amplia contabilidad de costillas por parte de aquellos que hacen de la baja de costos y de las crisis económicas las contraseñas que abren la discusión de los derechos de los trabajadores.