El ajedrez del tire y afloje

Alejandro el “Gitano” Ulloa @GitanoUlloa

Los “poderes” de los alfiles y los caballos en el ajedrez son fáciles de aprender: un alfil es una pieza de largo alcance; un caballo, no. Aunque un caballo no puede recorrer el tablero a lo largo en un solo movimiento, puede llegar a cualquier casilla del tablero, ya sea blanca o negra. Un alfil está atascado para siempre en el color con el cual arrancó. Sin embargo, ambos trebejos son centrales a toda estrategia ganadora en la batalla final del ajedrez de clases.

Curiosamente, quienes más tienen son quienes más pretenden y para ello buscan atajos no siempre lícitos para sostener su posición. Son jugadores a la ofensiva descubierta, productores de granos que buscan contrabandear camiones para evadir impuestos, formadores de precios que especulan con los alimentos aumentando el precio del aceite, de la yerba, la leche o la carne. Industriales que pretenden bajar el precio de la mano de obra y especular con el precio del dólar para fugar capitales, grandes empresas de servicios que lucran con tarifas abusivas. Todos contra la protección del Estado a los más necesitados. Todos contra el cobro de retenciones o impuestos.

Esos impuestos deben destinarse a cumplir con el rol social de favorecer la creación de trabajo y desarrollar el consumo interno para favorecer la redistribución de la renta nacional. La gran tarea es evitar la fuga del excedente acumulado, porque esa ganancia ya no se reinvertirá en la producción y en el trabajo. En una sociedad donde el ingreso real de los trabajadores descendió y se precarizaron las relaciones laborales, el Estado debe garantizar el derecho al trabajo (y el trabajo con todos los derechos), y evitar cualquier cortapisa que propicie la renta parasitaria.

Tire y afloje con pronóstico reservado

El jefe de Gabinete Santiago Cafiero destacó que el compromiso del presidente “es que los salarios le ganen a la inflación” y que para eso “lo que hacemos es generar políticas públicas concretas para que la inflación siga a la baja”. Pero los efluvios matemáticos del Indec no ayudan con su realidad y los gremios lo saben.

Ante un pronóstico de inflación cercano al 50%, diversos gremios (Alimentación y Bancarios los más relevantes) han planteado la reapertura de las paritarias salariales. La carrera de precios y sueldos es una forma de visibilizar el peso relativo de cada sindicato frente a los demás gremios. No es poco en la antesala de la carrera por el sillón principal de la CGT. El SiChoCA de los Moyano planteó un del 45% pero acumulativo, lo que lleva la cifra total al 52%. El adelantamiento de la discusión es otra de las posibilidades de mejorar los ingresos y los bancarios lograron traer la discusión a la actualidad de la segunda ronda salarial de 2021 prevista para setiembre.

En la ronda de negociaciones con las Cámaras patronales Pablo Moyano reclamó en primer lugar que se vacune a 200.000 camioneros contra el Covid-19. Dijo que ya murieron por coronavirus unos 200 trabajadores de su actividad. “Son trabajadores que retiran de los hospitales los residuos patológicos o que entran y salen de los centros de salud llevando los tubos de oxígeno”, dicen las empresas, pero argumentan que nada pueden hacer porque “las vacunas las compran los Estados, no las empresas”.

El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, recibió a 24 gremios de la novedosa Confederación de los Sindicatos Industriales de la República Argentina (CSIRA). En representación de los gremios estuvieron Hugo Benítez (textiles); Héctor Ponce (lecheros); Juan Speroni (navales) Antonio Caló (UOM) y se agregaron sindicatos de gran porte: Héctor Amichetti (gráficos), Ricardo Pignanelli (mecánicos) y Rodolfo Daer (alimentación) entre otros.

Daer señaló que durante la pandemia “se estuvo tomando personal y se sigue tomando gente en reemplazo de los licenciados. Y si no se paró fue por las políticas de sostenimiento y para que no haya hambre”. El naval Speroni reconoció “el esfuerzo que hizo el gobierno respecto de la prohibición de las unidades importadas. Fue un gran paso porque nos posibilitó a iniciar trabajos de reparaciones dentro de la industria naval. Hemos crecido en mano de obra”, dijo.

Según el ministro “Necesitamos una industria que exporte más, que ahorre divisas y que sustituya importaciones”. Dentro de los objetivos que plantearon los sindicalistas se planteó: “Impulsar un modelo de desarrollo de la industria nacional y regional inclusivo y sostenible que favorezca la diversificación, estimule la innovación y fortalezca el empleo formal con criterios de equidad territorial”. La aspiración generalizada y unificadora es “que haya más trabajo”.

Lo primero es la salud

Una exigencia inmoral de numerosas patronales es rebajar la cantidad de trabajadores dispensados de prestar tareas durante la pandemia. Existen grupos de trabajadores con esa excepción de realizar tareas presenciales para evitar contagios, excepto que sean considerados esenciales. El personal de salud, por ejemplo, fue considerado esencial desde el inicio de la crisis sanitaria.

Las trabajadoras embarazadas, y los grupos de riesgo por tener enfermedades respiratorias crónicas, EPOC, enfisema congénito, displasia broncopulmonar, bronquiectasias, fibrosis quística y asma moderado o severo. Los exentos incluyen dotación de personal que sufra enfermedades cardíacas; inmunodeficiencias y diabéticos, personas con insuficiencia renal crónica en diálisis.

Otra variante que dispensa a los empleados de la presencialidad es si tienen hijos o hijas a cargo. Antes del inicio del ciclo lectivo 2021, el Ministerio de Trabajo decidió que no sería obligatorio para uno de los progenitores asistir a su lugar de trabajo para los casos en los que la jornada escolar sea “reducida” o bien no haya clases presenciales durante el día.

El gobierno prorrogó el decreto con las medidas para frenar los contagios de coronavirus. Sin embargo, la Ciudad de Buenos Aires anunció nuevas aperturas contradiciendo los parámetros epidemiológicos planteados por la administración central. Cafiero, ratificó que la Capital sigue en “alerta epidemiológica” y que Horacio Rodríguez Larreta incumple el DNU. Por su parte, la Provincia de Buenos Aires anunció que, a raíz de los nuevos indicadores, comenzará las clases presenciales a partir del miércoles. La injusta riña del larretismo deja de rehenes a los padres de niños en edad escolar, que no logran entender la injusticia de la convocatoria cuando aún están en veremos los resultados de la vacunación a docentes.

Los alfiles de Paolo

Paolo Rocca sale a la cancha con su ejército de alfiles para explicitar su poder real en la escena argentina. La Asociación Empresaria Argentina (AEA), que agrupa a las empresas grandes del país, busca manejar a la UIA con un gerente que sea el vocero de sus intereses. Funes le viene al pelo para la tarea.

El sector “industrialista” que Alberto ve como aliado para la economía de la post pandemia, tiene el huevo de la serpiente en su interior. El flamante titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja, es un abogado laboralista de las patronales que al asumir en la entidad lanzó un discurso contrario a la política económica con el respaldo manifiesto de Techint y Arcor: mostró su disgusto por el “cepo” al dólar, la presión tributaria y la prohibición de despidos. Para Funes, el “triple cepo laboral”, en referencia despidos, suspensiones y doble indemnización es una cruz que los empresarios cargan y no le importa “si sirve o no para sostener el empleo” en medio de la pandemia.

Hubo presiones explícitas de los “roquistas” en la designación de la nueva conducción. Funes viene de la Copal, la cámara de las alimentarias que marca agenda como simpatizante de la especulación con los precios y se opone al programa Súper Cerca, que reemplaza a Precios Máximos. Para la Copal los controles de precios no sirven contra la inflación ni solucionan la falta de productos. Funes ha explicitado su oposición a la Ley de Abastecimiento (afirma que es “inconstitucional”) y a la del Aporte a las grandes fortunas. En el camino se llevó puesto al actual vicepresidente de Pequeñas y Medianas Industrias (Pymi), Miguel Ángel Rodríguez (Sinteplast), que quedó sin apoyos para dar batalla.

La entidad que presidirá el roquista predilecto saltó a la oposición abierta en pro de sus intereses sectoriales. El ministro Matías Kulfas había criticado a la Copal por los productos que llevaron a las góndolas para esquivar los Precios Máximos. “Para violar los acuerdos fabricaron productos casi iguales con precios más caros y les vamos a aplicar la ley de Abastecimiento” advirtió el ministro.

Ignacio de Mendiguren, hombre del influyente Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE), deploró: “Es la primera vez en la historia de la entidad que un abogado laboralista la preside”. Los dichos de De Mendiguren son impactantes porque desnudan los manejos de Techint y porque sin mencionarlo, afirmó que Luis Betnaza, mano derecha de Paolo Rocca en la empresa, había confesado en un juzgado haber pagado coimas. La vuelta de las fotocopias de los “cuadernos” de la inteligencia macrista a la escena pública recalentó la interna de la UIA.

Durante 2020 y bajo la presidencia del saliente Miguel Acevedo (Aceitera General Deheza) se sostuvo un acuerdo tripartito con medidas específicas para el sostenimiento del empleo y la actividad productiva UIA-CGT-Gobierno. Paolo Rocca pone punto final a esa etapa y bate los parches de guerra de las grandes empresas que no quieren resignar sus balances de cornucopia generosa ni siquiera en la malaria universal de la pandemia.

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