Doris Capurro: «Tengo la esperanza de que logremos poner en valor todo lo que nuestro país tiene para que haya una mejor distribución de la riqueza, equidad, igualdad y mejores oportunidades para todos»

(Por Luis Autalán @luisautalan / Fotografía Ariel Gaspardi) Ex vicepresidenta de YPF, durante la gestión kirchnerista, Doris Capurro hoy es la CEO y presidenta de  Luft Energía SA. Con una historia de vida para el realce asume tanto su vocación por el trabajo en equipo, la comunicación y los errores cometidos en la necesidad de tomar conciencia de la evolución urgente para poner en favor de los y las argentinos el potencial de nuestra nación. Y sin temor a usar malas palabras enfatizó «no somos un país de mierda que algunos dicen».

Era una mañana más en la diplomatura sobre el mundo del Trabajo en la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), la cual se desarrollan en su filial del microcentro porteño. Ella se ubicó entre los y las asistentes a la clase de ese viernes. Escuchó a los conferencistas, las preguntas del alumnado y hasta compartió el «break» para tomar un respiro de quienes en forma presencial o mediante el Zoom participan de esta ilustrativa convocatoria. Incluso departió en esa pausa con algunos compañeras y compañeros de la clase, hasta que le tocó su turno para exponer en dicho foro.

Esa alumna más, era Doris Capurro hoy la fundadora, CEO y presidente de LUFT Energía S.A, del segmento de las fuerzas renovables. Antes vicepresidenta de Relaciones Institucionales, Comunicación y Sustentabilidad de YPF, entre 2012 y 2015 y de la Fundación YPF, de Sustentabilidad Social y Medio Ambiente. Para abreviar logros y títulos, diremos que es socióloga, emprendedora, manager, asesora y consultora. Creadora de la «Semana de la dulzura».

Uno de los acentos, para la entrevista número 86 de InfoGremiales lo subrayaremos en que su disertación de esa mañana tuvo puntos de referencia en las intervenciones que antes habían manifestado los asistentes. Ya sea para coincidir, o para explicar su punto de vista en contrario, siempre de la mano de un tic que, aunque ella lo considere un gesto obvio, y salvo en situación de enojo, hablamos de sus sonrisas.

Y hasta puede cotizar en Wall Street esa dinámica de reír, porque viene de alguien que pudiendo apelar al meritocrático «a mi nadie me regaló nada», o ampararse en que superó con creces el golpazo de haber perdido a sus padres cuando era muy pequeña y aún así avanzar en la vida no lo hizo. Construyó y construyen aprendiendo y con errores incluidos. Los que asume y en la devolución menciona a sus pares que la ayudaron para el aprendizaje, al cual define inevitable.

Traza en forma tácita que su actual actividad de energía renovable también abarca a la dinámica de la gente. Y antes de que se lo preguntáramos consideró que «el futuro del trabajo ya llegó», que corresponde al hoy, y que no cree que dinamitando los Convenios Colectivos de Trabajo habrá mejoras de progreso, sino que toda evolución positiva llegará, para los hombres, mujeres y familias argentinas, por las sendas del diálogo sincero y a conciencia «porque podemos ser». A tal punto lo dejó en claro que nos dejó servida la primera pregunta para esta charla, con la misma amabilidad que en la sala de reuniones de su empresa nos recibió 15 minutos antes de la hora pactada y nos agasajó con gaseosas sin restricción de azúcares, como nos agrada, y café.

Antes y durante la grabación, otro detalle a tener en cuenta, ni siquiera tuvo cerca su teléfono celular. Con el valor de la conversación presencial entonces, comienza otra nota para compartir.

«Conozco gente que está hace 10 años viviendo en otros países y no logra ser parte de la red humana, de contención, de familiaridad, que tenemos los argentinos. ¿Que tenemos muchas cosas por mejorar? Claramente. Pero no somos un país de mierda»

Doris Capurro

-Me encantaría arrancar esta charla con la anécdota de su reunión con la comunidad mapuche, imprevista y en un clima hostil, ya como vicepresidenta de YPF en 2012.

-Creo que al cuarto día de asumir, en un momento tremendo cuando Cristina decide nacionalizar YPF y se va Repsol, uno de los objetivos principales era poner en valor nuestro subsuelo, lo que tenemos, lo que es Vaca Muerta, que hoy reconocida por todos pero en ese momento vale recordar que nos tiraban con piedras todo el tiempo. Hasta los medios, particularmente las tapas del diario La Nación, recuerdo que estaban en contra de nuestro acuerdo con Chevron. Una de las primeras acciones que hicimos fue irnos a Neuquén con el presidente de la compañía que era Miguel Galuccio, y cuando estábamos en el avión casi a punto de llegar nos llaman desde de YPF para decirnos que los mapuches habían tomado el aeropuerto, en actitud de protesta porque pensaban que veníamos a explotar o a desarrollar…

-O quizás a «colonizar» suponían y temían, en toda razón con lo que eso implica.

-Claro, y a poner en producción el gas y petróleo que -supuestamente- porque en ese momento no estaba demostrado había en Vaca Muerta. Entonces nos advirtieron que no bajáramos en el aeropuerto que nos venían a buscar por la pista y de esa manera evitar el reclamo cara a cara. Entonces le dije a Galuccio: «No sé vos pero yo me voy a juntar con los mapuches» y entonces bajé con los brazos abiertos y los invité a que nos sentáramos en una mesa -las que hay en el aeropuerto de Neuquén- para conocernos y ver cómo habían transcurrido las cosas hasta ahí. Y bueno, nos contaron que no tenían gas en sus casas, ni en las escuelas, viviendo sobre el área de gas más importante de la Argentina. O sea, el gas con el que se alimenta todo el país no alimentaba las casas en las que ellos vivían. Entonces lo miré a Miguel y le digo: «¿Cuánto tiempo nos lleva ponerle gas a toda la comunidad, ya sea con gasoductos chiquitos o de algún modo?» y él me dijo «En 6 meses lo logramos». Entonces les prometí que contaran con eso porque iba a ocurrir en nuestra gestión, y nos dimos la mano como cuando se cierra un trato.

-Desde un gesto tan sencillo como sentarse a una mesa y escuchar al otro.

– También estaban preocupados por el control medio ambiental en la zona, y nosotros los invitamos a que sean ellos nuestros ojos en las instalaciones que íbamos a hacer. Tuvimos un excelente diálogo luego con ellos, a veces un poco más conflictivo, a veces menos, pero siempre abierto. Siempre con toda la comunidad y juntos, hasta me invitaron a los asados que hacían los domingos, tenían mi celular ante cualquier inconveniente pudiesen ver en  la producción me podrían llamar e incluso los invitamos a que puedan hacer algunos trabajos que YPF necesitaba. Nunca les dimos plata por debajo de la mesa, como sí parece que ocurría en la época de Repsol, y a través del diálogo, la predisposición y el compromiso asumido logramos la licencia social para hacer sustentable socialmente la explotación de Vaca Muerta.

Doris Capurro - InfoGremiales

-¿Ese contacto y el respeto que le tienen en el gremio de Petroleros resumen su paso por YPF?

-(Sonríe) Tengo mucho reconocimiento desde los gremios también, que trabajan y trabajaron con nosotros enYPF, de a ratos como digo las relaciones parecían conflictivas es parte de cualquier actividad, pero nunca perdimos el diálogo, honramos la posibilidad de encontrar acuerdos que satisfagan y beneficien al gremio, tanto como a la responsabilidad de YPF de poder operar en forma racional, eficiente y trayendo resultados a los accionistas, que en este caso eran el Estado y también los privados.Creo que uno de mis grandes desafíos en YPF fue cómo alinear los intereses del Estado y de los privados. Si hay algo que fue, de verdad, el enorme desafío para una compañía como YPF fue cómo hacer que rinda económicamente a los inversores que están en algunos casos a miles de kilómetros de distancia. Se trata de una compañía que cotiza en la Bolsa de Nueva York, hablamos de cómo generar los resultados económicos que esperan los empresarios e inversores, y al mismo tiempo de alinear tales intereses con las necesidades del país. Fundamentalmente, producir gas y petróleo algo que venía en declive total en los años anteriores.

-¿Cuánto tuvo que ver su condición de socióloga para buscar alcanzar ese objetivo?

-Se me criticó mucho porque estaba en el Comité Ejecutivo, eran siete ingenieros de 40 años y yo una mujer, mayor que todos ellos y socióloga, o sea de ingeniería nada. Pero la verdad es que la sociología y la comunicación, de la que vengo originalmente, me sirvió un montón. O sea, no sabía nada de petróleo y gas cuando asumí en YPF, e hice un curso acelerado. Me sirvió para entender la relación con las comunidades en las que YPF opera, entendí cómo relacionarse con los 45 mil empleados directos e indirectos de nuestra empresa, y creo que la sociología da un marco para la comprensión de las cosas que los ingenieros y los financistas de pronto no entienden. Esto demuestra que está bueno que en las empresas haya diversidad de profesionales, combinadas y totalmente diferentes. Mirá, hace poquito escuché a Warren Buffett, uno de los financistas más grandes del mundo hablando con jóvenes. Uno de ellos le dijo cuál es la receta para el éxito y él, en vez de decir que se trata de estudiar finanzas y economía, le dijo la receta es saber comunicar. La comunicación tiene muchísimo que ver, a Vaca Muerta en ese momento no la entendía nadie y creo que aportar miradas en una compañía diferente, porque no todo pasa por la dureza de los números, de los datos geológicos e ingenieriles, es bueno. Yo aprendí un montón también porque venía desde mi costado donde el mundo era el mundo de las ideas nada más, el mundo de la fantasía en ese sentido de la comunicación, sin ver la necesidad de la sustentabilidad económica, ambiental y social. Es decir, veía la social y la ambiental pero a veces me faltaba, y creo que aprendí mucho en YPF, de que las cosas tienen que alinearse con una sustentabilidad económica, porque caso contrario no son factibles, las cuestiones ambientales y sociales.

-¿Lo hubiera imaginado cuando era alumna en la facultad de Filosofía?

-No. Por eso, a mí toda la parte económica se me escapaba como una variable necesaria, tanto que dirigí una agencia de publicidad muy importante, cuando todas las compañías empezaron en la década del 90, la famosa década de las multinacionales en la comunicación y la publicidad, todas empezaron a vender y todo era las grandes compañías internacionales. Y dije yo voy a resistir y voy a tener mi compañía nacional. Empecé a perder a todos los clientes. Yo tenía Terrabusi, Nabisco compra Terrabusi y me llega un fax diciendo a partir de ahora Nabisco se maneja con su compañía internacional. Entonces, por no creer en la parte económica, empecé a perder todos los clientes y finalmente tuve que vender, en este caso a un grupo francés.

«La Argentina, así como hizo el gasoducto para poder evacuar el gas y petróleo que tenemos y poder exportarlo, también necesita poner líneas de transmisión para acelerar la energía renovable y los minerales ‘críticos’ que se requieren para la electrificación del transporte»

-¿Cómo se lleva con su ego?

-Hasta una época de mi vida lo único que me importaba era que me aprueben los demás. Por ejemplo, cuando tuve la agencia de publicidad no me importaba si ganaba plata, si no ganaba plata, lo único que me importaba era ganar premios, estar reconocida por mis clientes, pero no como un ego sino al revés te diría. Hoy estoy más centrada, soy generosa y no ególatra, no me la creo en nada, al contrario, pero tampoco estoy desesperada para que me aprueben los demás.

-¿Y el estrés le hizo mucho daño?

-Sí. El máximo estrés en toda mi carrera fue en YPF. Mirá que tuve como dos grandes momentos profesionales, uno con la agencia de publicidad, tenía 100 empleados, creativos, un montón de clientes. Cuando la vendí puse una consultora y asesoraba a empresas, gobiernos, presidentes y me formé en comunicación política, porque tanta inversión, cabeza y talento uno lo ponía para vender un caramelo o una crema, y no para vender nuestras cosas públicas sino para comunicarlas, cosas del patrimonio común, ver las marcas de las ciudades, de los países y de los propios gobiernos.

-¿Cómo es su mesa chica?

-Mis hijos y yo. Era mi marido que falleció hace 10 años. Esa era mi verdadera mesa chica y fue muy bien complementada por mis hijos. Tengo tres varones más dos hijas heredadas de mi marido, de matrimonios anteriores. Yo fui la tercera y la vencida (Sonríe).

-¿Alguna vez tocó la banquina dela madre ausente? Donde su actividad, trabajo, tiempos, la hayan alejado de compartir momentos simples o importantes con sus hijos.

-Cuando ellos eran chiquitos yo trabajaba mucho pero la verdad es que siento que no me alejé de mis hijos, en ningún momento. Fui una madre ultra presente aunque no en todo el horario, pero a diferencia de madres que no trabajan y que no ven el momento de sacarse a sus hijos de encima, yo moría por volver a mi casa y estar con ellos. Entonces creo que esa transmisión de mis ganas de estar con mis hijos es mucho más valiosa que las ganas de sacárselos de encima que tienen algunas de las madres que no trabajan.

-¿Y cuándo se enfurece mal?

-Tengo ese defecto. Me enfurezco fácilmente ante la mediocridad o las fallas profesionales. Justo el sábado tuve un casamiento con todo mi ex equipo de YPF, algunos siguen en la empresa y otros no. Y me recordaban mis momentos de furia en los quede de pronto entraba y les decía una barbaridad porque cuando algo no pasaba como yo quería que ocurra… Cuando sé que tengo razón, me enfurezco y puedo ser muy hiriente en el modo. Pero aprendí una cosa, un médico una vez me dijo: «No trates de resolver esa parte de tu personalidad porque te vas a ulcerar, cuando te pasen esos arranques después pedí perdón». Así que me desquito y digo: «Perdonen por mis modos. Tengo razón, pero perdonen, estuve pésima». (Risas)

-¿Amparamos esa actitud en alguna figura zodiacal?

-No creo, pero soy de Libra. (Risas)

-Apliquemos entonces la cláusula Roberto Fontanarrosa de que algunas malas palabras son irremplazables. ¿Se enoja así cuando algún CEO o gente importante se refiere a la Argentina como un país de mierda?

-¡Sí, me enojo mucho! Porque, bueno…que se vayan si es un país de mierda. Tenemos muchas dificultades pero lo queremos todos. Y sé de muchos que se han ido y la padecen porque vivir afuera, lejos de la modalidad argentina no es sencillo. Conozco gente que está hace 10 años viviendo en otros países y no logra ser parte de la red humana, de contención, de familiaridad, que tenemos los argentinos. ¿Que tenemos muchas cosas por mejorar? Claramente. Pero no somos un país de mierda.

-¿Lo escucha a menudo en el ámbito en el que se maneja?

-Sí, el otro día un empresario no paró de decírmelo, no solo que somos un país de mierda sino que no tenemos ninguna solución, que no hay nadie que pueda resolver esto y que estamos condenados a 50 años de pobreza creciente. Y me lo dijo un empresario al que le va muy bien, me sonó un poco contradictorio porque en realidad la Argentina da muchas posibilidades. Doy muchas conferencias sobre la transición energética, hablo mucho sobre la potencialidad de la Argentina. O sea, tenemos el mejor sol para energías renovables, el mejor viento, potencialmente tenemos gas y petróleo para ser uno de los grandes exportadores del mundo, tenemos hidrógeno que podría ser otra exportación equivalente al campo, tenemos los minerales “críticos” que la Argentina necesita para la transición energética. Algo nos pasa.

«Por más que hay un avance increíble, las mujeres requieren todavía de un mayor impulso para poder trabajar de igual a igual y lograr cargos. Es así en la política, en las empresas. Es increíble que todavía pase»

-¿Nos puede el odio?

-La verdad es que hay muchísimas interpretaciones y análisis de por qué se frenó el desarrollo de la Argentina, pero tengo mucha esperanza de que logremos revertir, trabajar y poner en valor todo lo que nuestro país tiene para que haya una mejor distribución de la riqueza, mayor equidad, igualdad y mejores oportunidades para todos.

-Un funcionario que trabajó con Néstor y Cristina  me dijo que si algo le hacía golpearse el pecho era que ellos no convocan a cualquiera. Quieren gente que los desafíe y los interpele con sus proyectos, ideas y trabajo. Imagino que a usted le pasó eso cuando la eligieron para YPF.

-Estrictamente es una diferente combinación, pero es verdad que para aceptar entrar en YPF puse muchas condiciones que tenían que ver con que la empresa se mantenga como una compañía profesional independiente y siga cotizando en la Bolsa de Nueva York, porque era el único modo en que YPF fuera a ser un verdadero instrumento de liderazgo para la energía del país. Y bueno estuvimos, y Cristina nos apoyó cuando todo el país estaba en contra de que Chevrón venga a la Argentina. Una vez le pregunté al presidente de Chevrón: ¿Cómo es que no le tenés miedo a que Cristina te coma la plata que va a producir eventualmente Vaca Muerta?  Y su respuesta fue: «A lo único que yo le tengo miedo, como petrolero, es a lo que puede pasar debajo de la tierra, lo que está arriba de la tierra va y viene, se conversar». Me pareció espectacular. En toda la política hay mucha sumisión y eso me parece que es una pena. Se necesita más gente con el rigor y con la fuerza para romper paredes. Yo se lo decía a la misma gente de YPF, acá en toda la dirección, en todos los ámbitos gerenciales, son hombres. Pero estaba lleno de mujeres en la limpieza, las secretarías y no descubría por qué no había mujeres gerenciales. Hasta que vi que había más de 600 mujeres geólogas y geofísicas en YPF. Entonces las junté a todas, saqué una foto y la puse en la tapa de la revista interna de la empresa. Hoy la vicepresidenta de Exploración de YPF es una mujer y mi mensaje a ellas fue «rompan las paredes de este edificio y háganse notar porque, no solo con la política, en todo hay que defender los derechos de uno y hacer que las cosas ocurran con las creencias que uno tiene. En YPF me peleé con todo el mundo».

-Pero la quieren.

-La verdad que sí. (Sonríe)

-Tiene varias fotos con el Papa Francisco en Roma, y no de las tradicionales, hay una donde él está dialogando con usted.

-Te voy a contar el “detrás de la escena” de esa reunión con el Papa. Resulta que Pino Solanas estaba muy en contra de Vaca Muerta por temas ambientales. Y yo lo había invitado 5 veces a Solanas a YPF para explicarle técnicamente lo que se iba a hacer, cómo se iba a hacer, cómo íbamos a reciclar el agua que se usaba y que era algo imprescindible para la Argentina. Pino siempre mandó a alguien, pero nunca vino. Ahora, un día apareció con el Papa, y le puso una remera a Francisco, que decía «No a Vaca Muerta». Entonces me fui a Roma a ver al Papa y le llevé una piedra de Vaca Muerta, una piedra extraída de 3000, 5000 metros de profundidad, la puse en una caja de acrílico y le expliqué, primero el cuidado de la sustentabilidad ambiental que teníamos como preocupación. Y también el enfoque, de cómo íbamos a operar y lo importante que era para la Argentina poner en valor eso, porque o somos nosotros o son los Estados Unidos los que lo estarán haciendo. Entonces con el Papa nos fotografiamos con esa piedra de Vaca Muerta. Y logré que él entienda que era superficial la opinión de Pino Solanas, como también la relevancia en términos ambientales, estratégicos, todos los pro y contras de la cuestión y el balance.

-Una audiencia de contenidos, nadade protocolo.

-Es que yendo al hoy, es por la transición energética que necesitamos acelerar todo sino el calentamiento global no nos va a permitir a que nuestros hijos puedan vivir, ni más, ni menos. O sea, ya no nos pega lejanamente en un país de África o de Asia sino que lo vimos estos días acá, con las sequías, con los incendios y con todo el fenómeno del calentamiento y las muertes que produce. Me parece que la Argentina, así como hizo el gasoducto para poder evacuar el gas y petróleo que tenemos y poder exportarlo, también necesita poner líneas de transmisión para acelerar la energía renovable y los minerales «críticos» que se requieren para la electrificación del transporte. Y al mismo tiempo sacar minerales es contaminante, pero hay que encontrar siempre los equilibrios. Todo lo que hacemos los humanos contamina pero también desarrolla, trae bienestar, salud, entonces hay que encontrar los equilibrios necesarios para desarrollar la transición energética y hacer un aprovechamiento muy rápido de los recursos que tenemos.

-O sea pensar antes que descalificar.

-Pensar, es así que como digo que las energías renovables no son los hidrocarburos, son una transición para minimizar los hidrocarburos, pero no podemos de la noche a la mañana decir que esto es lo único que vamos a poner, porque la verdad es que lo necesitamos, vos te vas a ir de acá en auto a nafta, gasoil o gas y lo mismo pasa para todo, para la política, la vida…

-De ahí el film Oppenheimer y su mensaje implícito invitando al pensamiento crítico.

-Es tremendo ese film. Mirá, a veces veo películas para entender dónde está la conversación de los jóvenes hoy, pero finalmente se la agarran contra los hombres mal, pasa lo mismo, con el feminismo que a veces va en contra los hombres ¿Por qué? Tenemos que lograr una armonía. El mundo está muy revolucionado, y está bueno en parte, pero en la Argentina necesitamos encontrar momentos de armonía, equilibrio.

-¿Tiene amigas que le reprochen haber sido funcionaria de un gobierno kirchnerista?

-Yo estrictamente no fui funcionaria de un gobierno kirchnerista, fui vicepresidenta de una compañía que se rige bajo el sistema de comercial-privado como es YPF, pero bueno se confunde. Tuve obviamente muchísimo vínculo y apoyo del gobierno en ese momento, tuvimos muchas discusiones también, de esas que que construyen. Nunca me sentí funcionaria porque tenía que responder a los intereses de los fondos internacionales de la Bolsa de Nueva York, o sea del 49% privado tanto como del 51%, el desafío era el alineamiento de esos intereses, cómo lograr abastecer las necesidades del país y de los privados. Ese fue el desafío y logramos poner a Vaca Muerta en marcha.

«En un año y medio podríamos duplicar las exportaciones de la Argentina, en vez de seguir hablando del ajuste y si aumentamos el presupuesto al doble, el ajuste es mínimo, o ninguno»

-¿Cristina?

-Cristina es la política número uno de la Argentina, a nadie le cabe duda, la quieran o la odien es una política de palabras mayores. Es estratega, culta y es sin dudas la número uno. Me parece, me atrevo a decir, que estaría bueno que le agregue una innovación hacia el futuro. En algún punto me parece que queda anclada en el pasado y en su propio pasado. ¿Por qué la modernidades son propiedad, digamos de la derecha? ¿Por qué la informática, la inteligencia artificial, el mundo del conocimiento, se la apropia un sector menos distributivo en su concepción? Me parece que siendo una líder tan importante estaría espectacular que le hubiera puesto cierto ímpetu de modernización y me parece que el peronismo/ kirchnerismo se debe una discusión sobre su capacidad de adaptarse al mundo actual. Estoy leyendo un libro de un francés, Latour, que habla sobre cómo hasta en la ecología y el impacto del calentamiento global deben cambiar los parámetros de la conversación política y de las políticas públicas. Me parece que eso le falta a un sector llamémoslo progresista, esa modernización que hoy se la apropió un sector de la sociedad y que requeriría ampliar la visión. Hoy el mundo es otro. Hay que transformarse e innovar.

-En ese plano, si le encargan un proyecto para achicar la grieta ¿se anima?

-Me encantaría, en mi próxima vida quiero ser política –que no lo soy- pero me parece que una podría hacer algo. El otro día cené con un político, que quería llegar a lo máximo y no va a llegar, y le dije: «¿Por qué no hacés lo que sabés y te dedicás a mostrar en hechos lo que querés promover?» .Generemos hechos concretos, bueno es muy difícil porque va a estar la grieta muy presente lamentablemente, pero espero que otra vez no perdamos la oportunidad que tenemos porque en un año y medio podríamos duplicar las exportaciones de la Argentina, en vez de seguir hablando del ajuste, aumentar el presupuesto al doble, y si aumentamos el presupuesto al doble, el ajuste será mínimo, o ninguno. Entonces, simplemente tenemos que duplicar nuestra capacidad exportadora, que es enorme, y ponernos a trabajar en eso, concretamente: hidrógeno, nos cambia la vida, litio, los minerales «críticos» todos, ni que hablar Vaca Muerta. Pongamos los pilares productivos de la Argentina en marcha entonces dejamos de hablar del ajuste y hablamos de hacer crecer. Pero bueno, si nos la pasamos peleando así va a ser muy difícil.

-¿Le costó todo mucho más por ser mujer?

-Mientras tenía la agencia de publicidad me burlaba un poco -y mal- de que las mujeres en realidad lo que no querían era trabajar. Y pensaba que se escudaban en el machismo y feminismo para no trabajar. Creía que era un invento de algunas chicas, te confieso, porque la verdad que en el mundo más intelectual de la publicidad -como dirigía una compañía muy grande de hombres y mujeres- no percibí esa dificultad. Ahora, cuando entré en YPF me di cuenta que había estado equivocada toda mi vida. Que el machismo sigue siendo tremendo. Las dificultades de las mujeres en YPF para poder avanzar eran enormes, y siguen siendo, por más que hay un avance increíble, pero las mujeres requieren todavía de un mayor impulso para poder realmente trabajar de igual a igual y lograr cargos. Es así en la política, en las empresas. Es increíble que todavía pase.

-¿Libros?

-Uhhh, hay libros que son tan importantes en mi vida a los que incluso los miro de reojo cuando llego a mi casa o paso cerca de mi biblioteca. Te digo algunos, «La Montaña Magica» de Thomas Mann, «El hombre que amaba a los perros» de Leonardo Padura y uno que acabo de terminar, el que te mencioné de Bruno Latour, «Down to Earth. Politics in the New Climatic Regime» (Abajo a la Tierra. Políticas en el Nuevo Régimen Climático).

-¿Qué película no hay que dejar de ver?

-¿Ahora? la de Oppenheimer.

-¿Y clásicos?

-Clásicos un montón. Desde «Casablanca» hasta «Lo que el viento se llevó» y «La novicia rebelde», que es la que más me gusta, la vi 40 veces o más. (Risas)

-¿Su música preferida?

-Te diría Barbra Streisand. Y ahora me gusta el tango, antes lo detestaba y me hice tanguera.

-Si por esta ventana entra la nena que usted fue alguna vez, ¿bastaría con que se den un abrazo para estar contentas de todo lo que hicieron juntas?

-Me parece que sí, porque con mi historia, huérfana de chiquita, me hice camino al andar de la mano de esa debilidad que implica la orfandad, y que me dio fortaleza. Creo que no tener padres te genera tus anticuerpos y tu necesidad de hacer un esfuerzo adicional que me sirvió en mi vida y en mi carrera. Y hoy lo veo hasta con humor. El otro día me encontré con una mujer que fue huérfana también e hicimos una competencia para ver qué historia era más trágica y nos matamos de la risa.