
Trabajadores de la planta Clason de Lácteos Verónica mantienen una retención parcial de tareas en reclamo por salarios impagos, aportes no depositados y años de deterioro laboral. La empresa prometió regularizar pagos esta semana, pero la incertidumbre y el malestar persisten.
La fábrica de lácteos Verónica, con casi un siglo de historia en el país, atraviesa una crisis que afecta directamente a cientos de familias trabajadoras. En la planta ubicada en la localidad santafesina de Clason, los obreros decidieron continuar con la retención parcial de tareas en reclamo por deudas salariales acumuladas y otros incumplimientos por parte de la empresa.
El lunes la firma se comprometió de palabra a saldar lo adeudado del salario de abril antes del viernes, relataron. En respuesta, la asamblea de trabajadores resolvió trabajar cuatro horas por turno como gesto de buena voluntad, aunque manteniendo la medida de fuerza vigente.
A pesar del compromiso, la situación está lejos de resolverse: los empleados denuncian que la empresa adeuda un 134% del salario correspondiente, además de retener aportes que nunca fueron transferidos a obras sociales, prepagas, ni jubilaciones. Esta situación se arrastra desde hace años y se ha profundizado recientemente.
Un conflicto que crece y una historia que contrasta
La planta de Clason es una de las tres que posee Verónica en la provincia de Santa Fe —las otras dos están en Lehmann y Suardi— y emplea a alrededor de 200 personas, en su mayoría residentes de Totoras, Clason y San Genaro. Es, además, la de mayor antigüedad y variedad de productos elaborados.
En contraste con la crisis actual, entre 2020 y 2025 la empresa exportó productos por más de 102 millones de dólares, siendo Argelia el principal destino. La leche entera en polvo representa el 95% del total exportado. Incluso en el año de la pandemia, Verónica alcanzó un pico de producción diario de más de un millón de litros de leche. Hoy, esa cifra no alcanza los 200 mil litros, y se estima que no habrá stock al comenzar junio.
Según datos oficiales, la compañía redujo su producción interna, aunque mantiene operaciones de exportación que generan importantes ingresos. A su vez, enfrenta deudas con el Banco Nación —su principal acreedor— pero de una magnitud relativamente baja si se consideran los montos que maneja.
Francisco Gonzalo Espiñeira, actual presidente de Verónica S.A.C.I.A.F.e.I., figura en el lista del blanqueo de capitales del Banco Nación y se lo ha señalado por supuesta evasión desde hace más de una década. Hoy, los trabajadores de la planta de Clason, la más antigua y con mayor trayectoria, denuncian un deterioro sostenido desde hace siete años y exigen medidas concretas.

Impacto regional
El conflicto en Clason no solo afecta a los 200 empleados directos, sino también a sus familias y a las comunidades locales. En Totoras, ciudad de 14.000 habitantes, más de 200 familias dependen económicamente de esta planta. A nivel general, la empresa emplea a más de 700 personas entre trabajadores bajo y fuera de convenio.
Los obreros han soportado pagos en cuotas, sueldos desdoblados, y descuentos compulsivos nunca transferidos. En marzo pasado, la empresa propuso fraccionar el salario en cuatro cuotas: dos del 30% y dos del 20%, lo que generó aún más tensión.
Al comenzar junio, los trabajadores solo han cobrado el 64% del sueldo de abril. La paciencia se agota y las medidas gremiales podrían escalar si la empresa no cumple con sus compromisos en los próximos días.
Desde la planta Clason, los trabajadores piden a la prensa y a la sociedad que no se desentiendan de esta situación. “Seguimos firmes. Necesitamos que esto se sepa. No vamos a resignar nuestros derechos ni nuestra dignidad”, expresaron.