Se divorcia el sindicalismo opositor

Hace dos días Hugo Moyano, titular de la CGT Azopardo, anunció que la continuidad del plan de lucha iniciado con el paro del 10 de abril consistía en una marcha a Plaza de Mayo para el miércoles 14 de mayo. Esta decisión se presentó como una determinación del sindicalismo opositor en pos de seguir poniendo en agenda sus reclamos, pero en realidad causa más divisiones que adhesiones.

La movilización de Moyano buscará conseguir una convocatoria amplia y sumar a sectores sociales que en muchas ocasiones son reticentes a compartir sus reclamos con los líderes gremiales. En pocas palabras la idea del camionero es salir a conquistar la clase media urbana y seducirla con su posibilidad de mostrar fuerzas en sus reclamos.

Sin embargo no todo es lo que parece. La marcha que tendrá como eje principal el reclamo contra la inseguridad generó intensos resquemores. Barrionuevo presionaba para que el próximo paso sea otro paro o una jornada de protesta. Aunque el polémico gastronómico creía que lograría sus objetivos, Moyano puso un freno y lo «convenció» que no era momento para otra huelga. A regañadientes el dirigente de la UTHGRA comprometió la presencia de sus militantes para el 14 y de la CGT Azul y Blanca que comanda.

Menos simpatía causó la determinación de Moyano en Pablo Micheli, titular de la CTA opositora y una de las patas del paro del 10 de abril. Ayer Micheli anticipó que su central no irá a la marcha del día 14 de Mayo y blanqueó que la jugada fue sin consulta. «No fuimos parte de la reunión en la que se definió la convocatoria», sostuvo Micheli.

Además el líder ceteísta agregó que «pensábamos que el plan de lucha se iba a profundizar y resulta que se quiere pasar de un paro masivo a una marcha». La desaceleración del conflicto desairó a Micheli que no ahorró críticas contra sus ex socios.

Para marcar su disidencia la CTA resolvió marchar el 8 de mayo con un pliego de reivindicaciones que entiende más cercano a los reclamos obreros. Exigirá un Salario Mínimo, Vital y Móvil equivalente a la Canasta Básica Familiar, no inferior a $ 9.000; Extensión del Salario Mínimo, Vital y Móvil a todos los trabajadores, incluyendo a los del sector público provincial y municipal, y a los que perciben planes sociales; Aumento jubilatorio de emergencia y 82 % móvil para jubilados y pensionados; Terminar con la precarización laboral; Eliminación del Impuesto a las Ganancias a los trabajadores y Derogación de la Ley de Riesgos del Trabajo.

Los que todavía no definieron su postura son los sectores sindicales clasistas. El pasado 10 de abril convocaron al paro general y ganaron las calles con los piquetes. En esta oportunidad dudan la postura a tomar y por el momento se debaten entre la denuncia de una resolución entreguista y sumarse con sus propias consignas.

El giro en la estrategia de Moyano desairó a muchos y sorprendió a otros tantos. El viejo sueño del camionero de conquistar a la clase media, lo que le daría un cierto capital político para el futuro, divorció el armado del sindicalismo opositor que el paro del 10 de abril había unido. Veremos si el futuro los encuentra otra vez compartiendo espacios o repartiendo críticas.