La ley, el veto, el humo, el tribunero

La ley que «suspende» por 180 días los despidos fue votada con certificado de defunción, lo que hace del ejercicio parlamentario una parodia institucional de la que todos los espacios políticos formaron parte.

Por un lado quienes impulsaron la ley a sabiendas de la resistencia del oficialismo y conociendo por la experiencia reciente que este tipo de normas es de imposible aplicación sin el compromiso del aparato estatal. Del mismo modo, el gobierno que operó ferozmente dentro del marco parlamentario ,para finalmente hacer gala de una «corajeada» política en la cual la discusión ya no era sobre la ley (ya había decidido vetarla), sino con quien confrontaba políticamente. La movida constituyó la primera muestra seria de «real politik» de Macri, aunque también debe decirse que ordenó su estrategia sobre las demandas de los poderes reales (leáse las editoriales de Carlos Pagni publicadas los días previos a la votación y se encontrará allí la raíz de la ecuación política que decidió asumir el Presidente).

Cuando se anticipa con tanto tiempo una medida como la suspensión de despidos claramente se diluye su poder de fuego, puesto que los actores pueden hacer sus cálculos y movidas en función de un escenario aún vidrioso. Desde suspensiones preventivas, hasta colocar fondos en Lebacs como forma de esperar los seis meses eventuales para instrumentar los «sinceramientos» en la planilla de personal, son algunas de las herramientas que tienen los grandes empleadores, quienes no estaban reclamando por el costo laboral sino por las reglas de juego «pro mercado» que puede garantizar MM.

Para las Pymes y el resto, con o sin ley, lo que juega es el enorme enfriamiento de la economía y cuando las empresas se van a pique deber 10 o 20 por indemnizaciones es absolutamente lo mismo. Lo mismo que para el laburante que solo certifica un mayor crédito laboral de dudoso cobro. La enorme venta de humo, como se la conoce en el barrio, que la oposición hizo sobre este tema sólo fue puesto en blanco sobre negro marginalmente en expresiones como las del diputado Felipe Solá que expresó que era «…necesario darle una cachetada a las medidas económicas que estaba instrumentando el Presidente».

El Presidente de la unión de los argentinos, del consenso, de las instituciones, del diálogo y del trabajo en equipo, se anotó un gesto de autoridad con reminiscencias «Delaruanianas». Ante el reclamo expreso y contundente de las grandes patronales, Mauricio hizo jueguito para la tribuna y montó un escenario para demostrar que no le tiembla la mano a la hora de ejercer el poder constitucional del veto, haciendo de un ejercicio institucional un fulbito para la tribuna. Durán Barba, chocho.