Los gremios que reclaman la derogación del impuesto a las ganancias «aplican la política de «Hood Robin», defienden a los que más ganan», afirmó Jorge Capitanich en su conferencia de prensa de ayer. Así, argumentando la necesidad fiscal y el propósito de una “mayor equidad distributiva”, el ministro volvió a sentar firme la posición del gobierno con respecto al sostenido reclamo de las cinco centrales gremiales.
Además argumentó que el impuesto sólo alcanza al 10,4% de los trabajadores y jubilados, remarcando así que se trata de una minoría privilegiada. Sostuvo asimismo que el gobierno acepta que haya debates sobre el nivel del mínimo no imponible, pero advirtió que cualquier modificación podría alterar la coparticipación federal, el financiamiento de la seguridad social y la recaudación total del sistema tributario.
Sin embargo, no hizo referencia a las repetidas propuestas sindicales de reformar la estructura impositiva para que paguen más los que tiene mucho más que los trabajadores de altos ingresos. Como por ejemplo la propuesta de gravar la renta financiera o un impuesto a la herencia.
Antes de que Capitanich fuera tan explícito respecto a la negativa del gobierno a modificar el piso de ganancias, la propia presidenta había sugerido que no habría modificaciones durante su última cadena nacional, en la que anunció un aumento de las jubilaciones.
A pesar de la férrea postura oficial, las Centrales sindicales parecen haberle quitado algo de impulso al reclamo por ganancias, sobre todo desde que la Argentina entró en una situación de default presunto. De hecho, la CTA de Hugo Yasky directamente canceló una marcha que tenía programada.