Cambiemos bipolar tras la protesta de los gremios del transporte

Subió la tensión en el Gobierno Nacionak, que esperaba cerrar un año sin mayores protestas gremiales, cuando ayer el trasnporte estuvo prácticamente paralizado hasta el mediodía. En ese contexto se desplegó una estrategia discursiva de dos cabezas: entre la confrontación y la comprensión.

El primero en hablar fue el ministro del Interior, Rogerlio Frigerio, quien dijo que el paro que afectó al transporte público «es difícil de explicar», ya que el gobierno está «en medio de una negociación» para modificar el impuesto a las Ganancias, y un cese de actividades debería ser la «última instancia».

«Este paro es difícil de explicar. Estamos en medio de una negociación para corregir algo que lleva más de una década de distorsión y creo que estamos cerca de resolverlo. Un paro se hace en la última instancia, cuando se agotó la negociación, pero estamos en medio de una negociación contrarreloj», dijo Frigerio en declaraciones a América 24.

«Una de las dificultades en la negociación es que los distintos gremios tienen distintas prioridades. La clave pasa por encontrar una posición que de alguna manera contemple al grueso de los distintos sindicatos, y también contemplar la necesidad que tiene gobierno nacional y las provincias de respetar el presupuesto que votamos hace pocas semanas», indicó.

No obstante, reiteró que el oficialismo está dispuesto a «abrir» su proyecto, pero sostuvo que «no podemos seguir entorpeciendo la marcha de la economía con impuestos que van en contra de ese objetivo, como los que planteaban la media sanción de Diputados», con lo cual insistió en la necesidad de «ir por otro lado».

Quien trató de mostrar la otra cara del oficialismo fue Ezequiel Sabor. El viceministro de Trabajo aseguró que hay «un gran compromiso» de las organizaciones sindicales para que «el país avance y supere la crisis económica» que marcó el primer año de gobierno».

Además el funcionario de la cartera laboral afirmó que esos problemas heredados «no son de fácil solución, como la elevada inflación»; expresó que 2016 fue «un año de transición»; auguró para el año próximo «un repunte de la economía» y aseveró que «las paritarias no tienen piso ni techo».

Sabor puntualizó que este año concluyó «con paritarias absolutamente libres» y que ningún gremio puede afirmar que Trabajo determinó «un número», a la vez que aseveró que las partes negociaron siempre conociendo hasta dónde «aprieta el zapato y fueron muy inteligentes».