Aumenta la presión sindical contra el posible veto de la emergencia ocupacional

Hugo Moyano sostuvo que un paro general es una posibilidad que no debe descartarse porque «cuando se trata de sectores de poderes concentrados hay respuesta inmediata y cuando se reclama que no falte una plato de comida, no existe sensibilidad ni velocidad de respuesta».

En el mismo tono que el líder camionero, el jefe de la Confederación de gremios del transporte, el marítimo Juan Carlos Schmid, vaticinó un conflicto si el Gobierno no articula respuestas concretas para no seguir erosionando los intereses de los trabajadores.

«Si el Señor Presidente veta esta ley (antidespidos), los trabajadores en su conjunto vamos a salir a pelear a la calle por los puestos de trabajo», fue la advertencia que lanzó a su turno el metalúrgico Antonio Caló, jefe de la central sindical (Alsina) que más se identificó con la administración K.

Los líderes de las dos CTA fueron iguales de duros al imaginar un escenario que lo tenga a Macri vetando la legislación que declara la emergencia ocupacional y reflota la figura de la doble indemnización.

El docente Hugo Yasky aventuró que el acto del viernes en el Monumento al Trabajo «va a ser una miniatura» respecto de lo que eventualmente podría pasar si Macri le baja el pulgar a la prohibición de despidos.

«No es cierto que el Gobierno tenga un plan para poder cambiar esto. El plan que tienen es que nosotros sigamos pagando la crisis», concluyó el estatal Pablo Micheli en tono combativo.

En cualquier caso, no toda la dirigencia sindical comparte la idea de amenazar al gobierno macrista con una huelga.

En un tono más bien conciliador, el gastronómico Luis Barrionuevo, que a último momento se bajó de la manifestación del viernes en el Monumento al Trabajo para encabezar un acto propio en la sede de su gremio, dijo que no había «ninguna posibilidad de hacerle un paro general a un gobierno que recién comienza».

Tampoco para el mercantil Armando Cavalieri deben romperse lanzas con el Gobierno: «La marcha no fue contra nadie, sino que cumplió una función preventiva. Desde el movimiento obrero apostamos a un país que posea un crecimiento sostenido, con trabajo y con la mira puesta en el costado social. Por eso creemos que las inversiones no deben ser de carácter financiero, sino que apunten a la creación de empleos y de obras que mejoren la calidad de vida de los trabajadores».