
La utilización de trabajadores estatales para las campañas de los oficialismos no es una novedad ni nada que no se haya hecho antes. Pero no deja de ser un acto repudiable e ilegal al que recurren las diferentes gestiones y que marca un modus operandi de la vieja política.
Ahora los que denunciaron coacciones para militar la campaña de Horacio Rodriguez Larreta fueron los empleados públicos de la Ciudad de Buenos Aires. En los últimos días se multiplicaron las denuncias y todas señalan un mecanismo aceitado de Juntos por el Cambio en la «convocatoria» y el «control».
«Mediante mails y aprietes, los jefes de las diferentes áreas obligan bajo amenaza directa de despido a sus trabajadores y trabajadoras a timbrear, participar de volanteadas, realizar llamadas desde los call centers del Gobierno y asistir a actos políticos», explican en un comunicado de prensa los trabajadores afectados.
«Los funcionarios de Cambiemos se aprovechan de la situación de precarización laboral que ellos mismos generan: _miles de contratados/monotributistas no pueden negarse a los pedidos de sus jefes, por la situación de fragilidad y poca estabilidad laboral que presenta su contrato», agregan sobre el caldo de cultivo de precarización laboral que hace proliferar el fenómeno.
«La mayoría de las y los trabajadores, frente a la amenaza de perder su fuente de laburo, acatan y salen a las calles a militar la política del ajuste de Larreta y Macri», señalan.
Para hablar del tema y contar sus experiencias lanzaron una página donde recopilan testimonios y casos. «Primero fuimos a repartir volantes a Belgrano y después nos llevaron al acto. Fue el sábado 20. Nos dieron hamburguesas y coca gratis. Yo no pienso votar a Larreta pero si me niego pierdo el laburo», expresa uno de los relatos que se pueden leer en noesmitrabajo.com.
«Nosotras fuimos y te recibe alguien que sí parece del partido, te toma lista y te pregunta de dónde sos (por el lugar de trabajo). Después te dan los volantes y te piden que vayas a repartirlos a determinadas calles. Excepto el que estaba tomando lista, el resto eramos empleados del Gobierno de distintas dependencias, no militantes. En nuestro caso caminamos un par de cuadros y los tiramos. Después hicimos tiempo y volvimos para entregar una planilla que te dan al principio», cuenta otro de los casos.