Hay una multitud que intenta transformar la anomia en movimiento

(Por Rubén Ruiz*) La Plaza de Mayo del pasado 18 de junio es una expresión tan genuina como sólida de que no todos y todas estamos dispuestos a aceptar que se avasallen los derechos que hacen a la ciudadanía en tiempo de democracia. Aunque disparen con decretos con aroma a la última dictadura.

El miércoles 18 la Plaza de Mayo volvió a ser la caja de resonancia de la política argentina porque miles de argentinos/as sacudieron la insólita anomia que nos atraviesa ante tanta desmesura y entrega.  Algo se movió.

Algunos actores sociales faltaron a la cita. Se la perdieron y eso les quedará en el debe porque la movilización tuvo una razón de ser que supera lo partidario: no hay democracia si todos/as vamos a vivir a expensas del oportunismo de tres jueces que te pueden coartar la libertad según su parecer o tu actuación pública.

Está claro que revisar los fallos condenatorios contra Cristina era posible, que las pruebas no eran concluyentes y que tomaron esa decisión para impedir su candidatura. No lo hicieron. Prefirieron limitar la democracia y profundizar la desconfianza que casi el ochenta por ciento tiene respecto a la Corte Suprema.

También es cierto que más de la mitad de la gente piensa que los actos de corrupción existieron en el gobierno kirchnerista. Pero eso no los obnubila. Una buena parte de ellos advierte que los cortesanos no usaron todas las herramientas que tenían para impartir justicia y que lo hicieron con una clara intencionalidad política. Mañana podría ocurrir con cualquier peatón de la vida. Razón suficiente para movilizarnos ante semejante peligro.

Hay una multitud que intenta transformar la anomia en movimiento

Creemos que la Plaza llena también tuvo otro mandato. Luchar para no naturalizar la imposición de una vida cada vez más mínima, para recuperar lo que nos sacan con el argumento del “superávit fiscal” como mantra, para que no nos mientan con una inflación que no reconocen en nuestros bolsillos, para frenar la entrega feroz de los recursos y la soberanía, para defender un destino común sin nadie afuera. Eso implica derechos y responsabilidades que podemos asumir sin complejos.

Si hablamos de paz social


Nuevamente se demostró que cuando las movilizaciones son multitudinarias, la paz está asegurada y los “protocolos” son una entelequia. El miércoles 18 se quedaron con las ganas de usar “el palito de abollar ideologías” y “castigar a los jubilados y jubiladas”.

Sin embargo, la escalada de agresiones continúa. Esta misma misma semana nos desayunamos con el decreto 383/2025 publicado en el Boletín Oficial que dice que la Policía Federal podrá: Revisar sin orden judicial las redes sociales y, si considera sospechosas las publicaciones de una persona o grupo, pueden ser detenidos para su investigación. En el caso de manifestaciones, -también sin orden judicial- se podrá revisar vehículos, bolsos o pertenencias y detener a consideración del entendimiento del personal policial.
Pero además si, el personal policial considera respecto a la vestimenta o rostro, que la persona resulta sospechosa, podrá detenerla sin orden judicial previa.

Sería de sentido común que se presentaran varias acciones de inconstitucionalidad ante semejante decreto y/o que el Congreso Nacional lo rechazara para que fuera nulo. No hay excusas. Los jueces tienen razones para rechazarlo y los diputados y senadores también.

Ingresamos a un terreno peligroso donde Lombroso y su precario método científico se harían un picnic y volveríamos al siglo XIX. Señores cortesanos aquí tienen una causa a la cual deben prestar atención y no hacerse los nunca vistos para que este decreto siga vivito y coleando.

No derrotamos a la dictadura más sangrienta de la historia para que nos vuelvan a apretar por nuestras ideas políticas, nuestro color de piel o nuestras facciones, nuestra condición sexual, nuestra creencia religiosa o nuestra elección de no creer en un ser superior. Si creyeron que eso se iba a olvidar porque tiraron la pelota al lateral para que terminara el partido, les decimos que todavía el partido se juega y que el lateral es nuestro.

No será cuestión de que alguien se crea dueño del equipo, ni siquiera el presidente del club. Ya experimentamos que eso termina mal. Hay pueblo y hay memoria. Hubo enormes logros cuando se crearon mayorías conscientes y tremendos errores cuando se confundió hegemonía con totalidad. Nuestra sociedad es lo suficientemente diversa como para que los acuerdos sean tan potentes que puedan cambiar profundamente la realidad. Ya pasó y puede volver a pasar. Así ganamos derechos sociales, recuperamos la democracia, salimos del quinto subsuelo. Es nuestro desafío. Nuestro difícil y hermoso desafío.

* Secretario General de APJ Gas