Bono No Bono

Si el pliego de condiciones que llevó la CGT al encuentro con el Ministro Prat Gay se circunscribía a un bono de compensación por la pérdida del poder adquisitivo del salario, que todos los estudios lo ubican por encima del 10%, sumado a la exención del impuesto a las ganancias sobre el medio aguinaldo de diciembre, de movida podría decirse que la CGT fue moderada en sus planteos. De hecho el piso de las reivindicaciones tiene poca capacidad de ser perforado.

Mucho podrá decirse acerca del acierto, o no, en la “prudencia” del reclamo de la CGT formalmente unificada. Lo que no deja lugar a dudas es que Daer/Schmid/Acuña se la verán en figurillas para esquivar el paro que el Confederal ya ordenó si el ofrecimiento del Gobierno/Empresarios no logra satisfacer el sentido común.

¿Cuál sería ese sentido común? Básicamente, que todos los trabajadores se lleven algo sustancial de esta negociación; los de la parte de arriba de la pirámide una quita total de ganancias sobre el aguinaldo; los de la parte de abajo, una compensación económica que explique de manera apreciable la merma en el poder de compra de los salarios de cara a las fiestas de fin de año.

A esto habría que agregarle que la CGT -al haber hecho un raid de reuniones con todos los actores sociales que están en conflicto por el feroz empobrecimiento de este último año- no podría, sin quedar expuesta, soslayar que la compensación llegue también de algún modo a jubilados y beneficiarios de planes sociales.

Este cuadro de situación también expone al Gobierno, puesto que la billetera es una sola y el bono -en su carácter de empleador- obligaría a asistir a las provincias y municipios -también empleadores- que no llegan a fin de año con margen presupuestario para hacer frente a este gasto extraordinario. Del mismo modo, la merma en ganancias afecta los ingresos de provincias y municipios dado que tal impuesto es coparticipable por lo que el compromiso fiscal para el Tesoro Nacional es doble.

Y no está tan claro que los empresarios, que le niegan al Presidente Macri la lluvia de inversiones, abran la billetera para el bono a los privados. Mucho menos después del último sprint contra el “costo laboral” que llevaron adelante post MiniDavos.

Sin embargo, pese a que la encrucijada pareciera ser mayor para el Gobierno que para la CGT (recomendamos ver la nota de Clarín al respecto), otra vez parece despuntar la habilidad del macrismo para hacer clivaje en la comunicación como arma de construcción política. Esto es así porque con sumas relativamente bajas (bonos por menos de $ 1.500) podría intentar ordenar el reclamo de empleados estatales de orden municipal, provincial y nacional, haciendo uso aquí del disciplinamiento que pueden ejercer a partir del temor instalado de un nuevo recorte de empleados públicos (básicamente, todos los tipos de contratos que se renuevan anualmente). No hay que olvidarse, además, que tanto en el orden municipal como provincial los salarios son significativamente menores que en el orden nacional, con lo cual esas sumas no equiparan lo perdido pero impactan significativamente en el monto de diciembre. Si aplica un mismo monto a los planes sociales y jubilados de la mínima, prácticamente vacía de fuerza al reclamo que le complicaría la calle a fin de año.

A esto podría agregarle una quita de ganancias en salarios por debajo de los $ 50.000.- en bruto, que es dónde se concentra el 95% de la clase media bajo convenio, quedando sólo expuesto al pago un número menor de trabajadores (pero significativo en la recaudación), que aparte forma el núcleo duro del voto macrista.

Para el resto, que explica el 50% por ciento de la pirámide social argentina, le podría asignar la atomización misma en negociaciones por sindicato y hasta por empresa.

Con ese plan: «Vualá», la CGT no tendría forma de ir al paro con tanta dispersión en su frente interno y tampoco podría capitalizar una negociación tan fragmentada, sin quedar expuesta a las críticas internas y externas.

Intuitivamente, o no, pareciera ser el secretario Gremial de la CGT -Pablo Moyano- el más lúcido frente a este escenario al instalar, casi inmediatamente después de la reunión con Prat Gay, “nos van a dar migajas”. A ese tren se ha sumado luego Hugo Yasky.

En definitiva, el macrismo ha logrado poner a la CGT reunificada en un lugar sumamente incómodo, cualquiera sea el resultado de esta negociación, logrando así afectar la capacidad de juego del que parecía ser “EL” actor social en tiempos de Cambiemos… salvo que la CGT acelere un paro para seguir discutiendo dentro del mismo marco de prudencia. Acertar el modo para no ser ni apresurados ni retardatarios parece ser el mayor desafío que tienen por delante.