Mariana Nazar nació gracias a la ilusión que tuvieron sus padres en un nuevo mundo más justo que imaginaban a la vuelta de la esquina, pero a cambio, en 1976 sus vidas pasaron a estar marcadas por el clima de terror de la última dictadura cívico militar mientras esperaban a su primera hija. Tanto su madre como su padre fueron docentes y militantes. "Mi papá era de la Juventud Trabajadora Peronista y mi mamá era militante sindical. Formó parte de la creación de SUTEBA". Decidieron quedarse en el país manteniendo su militancia pero con bajo perfil: "Entre 1976 y 1980 nos mudamos 9 veces. No tuve vereda, mi vereda eran las asambleas docentes", recuerda.
En 1988 sus padres sostuvieron la gran huelga docente que culminó con la Marcha Blanca en la que más de 30.000 docentes atravesaron el país para reclamar por una recomposición salarial en un severo contexto inflacionario. Para Mariana, esto se tradujo en 43 días sin ir a la escuela. "No estuvo bueno. Entendí el costo del sindicalismo desde muy chica, pero también me dejó un legado de que las cosas como estaban, no estaban bien y que había que hacer cosas para cambiarlo."
Quizás eso la llevó a hacer de su trabajo una militancia, "estoy convencida de que volver accesibles los archivos es una tarea política que permite colaborar con el ejercicio de derechos de las poblaciones más vulneradas", asegura y difunde la necesidad de profesionalizar el trabajo en Archivos incorporando a la disciplina archivística. Es local e internacionalmente reconocida por ello, como Vicepresidenta de la Sección de Derechos Humanos del Consejo Internacional de Archivos (ICA), Coordinadora del Grupo de Trabajo de Archivos y Derechos Humanos y Asesora en Estrategias de Desarrollo Profesional de la Asociación Latinoamericana de Archivos (ALA).
El Archivo
En 1995, cuando consiguió su primer trabajo en OSPLAD, lo primero que hizo fue preguntar dónde estaba la sede del sindicato para ir afiliarse. "Ahí tuve mi primer carnet sindical de ATE." Pero ese empleo duró hasta que en 1998 se abrió una posibilidad en el Archivo General de la Nación (AGN) y entró. La precarización era feroz, tenía contrato monostribustista con una fundación que a su vez era contratada por el Ministerio: "Nosotros no figurábamos en ningún lado, éramos ciudadanos no de segunda, de cuarta."
Con De la Rúa pasaron a ser contratados por el Ministerio del Interior, también como monotributistas. Entre 2000 y 2003 Mariana fue electa delegada por sus compañeros y le tocaron años duros. En el 2001 los contratos se firmaban por un mes debido a la inestabilidad laboral que había. Ese mismo año, se comieron el descuento del famoso 13% orquestado por Patricia Bullrich, entonces Ministra de Trabajo que se sumó a otro descuento que previamente ya había implementado el Ministerio del Interior por pedido del entonces presidente. Y entre 2002 y 2003 tuvieron los salarios congelados en 501 pesos, un peso por encima de la línea de pobreza: "La pasamos muy mal, nunca estuve tan flaca", lamenta.
Ruptura con ATE
Para ese momento el debate dentro de ATE en el Ministerio del Interior expresaba algunos de los debates que atravesaban al país. Cómo llevar a cabo una lucha gremial en un contexto de tanta precarización laboral e inestabilidad política. "Por un lado, había dos formas distintas de pensar el gremio. En el funcionamiento de la Junta Interna eso lo discutí en reiteradas oportunidades: una era que el sindicato era la ventanilla de RRHH que venía a resolverle los problemas a los compañeros y otra línea, que era la que algunos teníamos, era que cuando el compañero tiene un problema lo que hay que decirle es qué querés hacer, convocar una asamblea y hacer una acción colectiva, no como una ventanilla de RRHH, como un sindicato, colaborar en mejorar las condiciones laborales para todos.", explica. "Otra de las discusiones era que para pedir aumento de sueldo había que exigir el reconocimiento del tipo de trabajo que se hacía de la especificidad de la tarea que cumplíamos en el archivo, de la formación que teníamos. Pero muchos de la Junta Interna no estaban de acuerdo con los pedidos de recategorización porque era jerarquizar, no había interés en el reconocimiento profesional."
Entonces, en el 2000, bancados por la jefa del archivo intermedio, deciden con un grupo de compañeros hacer la carrera de archivista en un instituto terciario de la Universidad Nacional de La Plata. Desde el 2002 tienen que pasar a hacerlo a escondidas del director. El entonces director Miguel Unamuno, un funcionario de raíz sindical que llegó a ser ministro de Trabajo de Isabel Martínez de Perón, según relata Mariana, no tenía interés en profesionalizar la actividad y tenía cierto rechazo al personal contratado. "Cuando nos recibimos con otros dos compañeros, iniciamos un expediente pidiendo la recategorización. Yo ya estaba licenciada en historia y me había recibido de archivística, otro compañero tenía tres carreras, pero estábamos contratados como administrativos. Unamuno nos contestó que él no nos había pedido que estudiáramos nada, que era problema nuestro y que él no avalaba ningún cambio de categoría", recuerda.
"Para varios de nosotros, el aumento de salario había que justificarlo con laburo y pensábamos que si visibilizábamos el rol social y político que tiene el archivo podíamos discutirlo. En los 90 el volumen del AGN se duplicó, mientras con los retiros voluntarios y la precarización el personal se fue a la mitad. Mi jefa trató de preservar el patrimonio documental de la Nación en un contexto de neoliberalismo y le salió carísimo. La echaron del edificio central y la mandaron a 12 cuadras, al archivo intermedio como castigo.", pero no resultó así.
El Departamento Archivo Intermedio se usó como sede de "freezamiento", para castigar al personal díscolo, apartarlo. Pero Mariana y sus compañeros configuraron el espacio relegado a ser la mera puerta de entrada de la documentación en lo que ella describe como "el espacio que más desarrollo científico-técnico ha tenido en los últimos años. Es un espacio que ha sido utilizado por quienes han trabajado ahí como un laboratorio de resistencia de construcción de políticas públicas desde abajo", resalta orgullosa.
Programas de capacitación
El Estado no pide estudios en archivística para entrar al AGN por lo que cada persona que entra a trabajar es entrenada por quienes llevan años y estudios en el tema. En 2004, desde ATE, armaron cursos de capacitación para dejar de entrenar uno por uno. Los cursos se replicaron en la Biblioteca Nacional y en la facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Sin embargo, cuando la gestión de Néstor Kirchner impulsó la preservación de la documentación de la última dictadura se creó el Archivo Nacional de la Memoria y no se consultó al AGN: "La normativa indicaba que tenían que separar toda la documentación de la época de la dictadura. Esto costó el desmembramiento de archivos, porque los documentos, especialmente los de inteligencia, no suelen valer por lo que dicen sino por su contexto, por su ubicación y por su relación con otros." Esa falta de conocimiento en la técnica se sumó a las resistencias de las fuerzas armadas para entregar la documentación, que al no ser apropiadamente documentada, desaparecía sin responsables ni testigos. "Ahí fue mi jefa la que gestionó una asistencia técnica al Archivo de la Memoria", aunque no hubo mucha articulación, luego se trabajó fuertemente en el Ministerio de Defensa y se logró todo lo que se logró.
En 2006 se desafilia de ATE pero siguió militando, asistiendo a las marchas y articulando con el sindicato para realizar actividades. Para el 2009, más de 2.000 personas habían pasado por los talleres y cursos que organizaron.
El macrismo
Mariana considera que el gran problema es que al Archivo las diferentes administraciones "mandan al amigo de confianza que tiene muchos libros en la casa pero no tiene cocimiento de principios archivísticos. Cuando se contacta con los trabajadores profesionales que intentamos explicar, muchos se molestan y nos quieren sacar del medio."
El macrismo eligió como director del AGN al periodista Emilio Perina, que del área técnica específica no tenía conocimientos por lo que astutamente se armó de un equipo de asesores: "A mí me puso de asesora de Desarrollo Archivístico. Me fui con el programa de capacitación y pude hacer un montón de cosas relativas a la profesionalización y la capacitación de mis compañeros que en otros contextos no pude, como armar viajes a congresos internacionales, impulsar recategorizaciones, generar grupos de trabajo transversales (algo inédito en el AGN), armar la diplomatura, esto fue con fondos FOPECAP. Ahí ATE estuvo al pie del cañón. Se anotaron 50 y quedaron 150 en lista de espera. Fue un éxito". Con Perina tenían muchas diferencias, incluso discusiones fuertes, pero le reconoce haberle dado el espacio para trabajar.
El GDE, "Hola, qué tal, soy el demonio"
Llegó la implementación del sistema de Gestión Documental Electrónica (GDE) que habían implantado en el Gobierno de la Ciudad: "Fue un fiasco. Buscaba acotar los tiempos administrativos de las tramitaciones, eso lo logró y permitió que dos personas al mismo tiempo puedan estar viendo un expediente. Pero la perspectiva archivística y la normativa la adaptaron a lo tecnológico y lo que no entraba lo derogaron. Así se derogaron las normas más importantes para el trabajo archivístico del Archivo General de la Nación, dos decretos sancionados en la época de la dictadura que fueron los que permitieron que recuperáramos la documentación por delitos de lesa humanidad. Son los que establecen cómo se hace la evaluación documental, qué se guarda y qué se tira y cómo se hace ese procedimiento. El GDE no garantiza la posibilidad de acceder a largo plazo a los documentos. No garantiza que en cinco años se puede abrir, encontrar, que haya algo que te asegure la autenticidad del documento, porque ese es el gran problema digamos, que no hay algo que te diga esto no lo manipularon. Se basa en una firma digital que caduca a los dos años", detalla.
"El GDE fue un atentado tremendo contra la preservación del patrimonio documental archivístico de la nación.", afirma. En una reunión le presentaron a Pablo Clusellas y Eduardo Martelli, quien estuvieron atrás del sistema este y Martelli se presentó diciendo "Hola, qué tal, soy el demonio". Su postura radicaba en que el GDE se dedicaba a documentos administrativos, no históricos, pero claro, todo archivo nace un documento administrativo, Mariana se lo quiso explicar pero Clusellas le decía "Mi amor, no entendés, vos no tenés que preocuparte por nada".
Pero los trabajadores ya estaban preocupados y presentaron batalla. "Desde el Departamento Archivo Intermedio se hicieron manifestaciones, se escribieron cosas, el que era el director en ese momento algunas las presentó y directamente lo que le dijeron en presidencia fue que por qué no echaba a Andrés Pak Linares, que es el actual jefe del archivo intermedio y que era quien más presentaba todos los problemas del GDE". El diálogo se había terminado.
En 2018, junto a ATE, organizaron unos encuentros para exponer que con el GDE querían destruir documentos originales con la excusa de que ya estaban digitalizados pero se suspendió y después no lo pudieron reorganizar.
Acoso laboral
En 2019, las diferencias se hicieron cada vez más evidentes. Y todo se quebró cuando Mariana quiso colaborar con un sistema que implantó el macrismo para calcular la "Dotación Óptima de Personal" a través de una planilla. Había que completarla con mucho cuidado porque un error podía traducirse en despidos, por lo que Mariana se ofreció a ayudar a la asesora de RRHH con la tarea. Cuando se les vino encima la fecha de entrega, la asesora se fue sorpresivamente de vacaciones y quedó ella sola haciendo el trabajo. Al poco tiempo alguien le comenta que se habían ido a "dar una capacitación" y queda en evidencia que la asesora, una secretaria y otro más se habían ido de viaje de placer a Bariloche con la plata del AGN. "La increpé porque me dejó sola con un laburo que era responsabilidad de ella y a partir de allí me hicieron un vacío total." A esto se agregó un sumario que le hicieron por decirle vago a un asesor legal. "El tipo estaba cuestionando a todos mis compañeros de trabajo, diciendo que no sabían trabajar, un caradura.". Ahí se volvió a reafiliar a ATE.
"Se fueron"
La fiesta en Plaza de Mayo y la ilusión de que ahora sí iban a poder instalar políticas públicas archivísticas se diluyó cuando el nuevo director le dejó en claro que la quería afuera del equipo porque la consideraba de "la oposición". Marcos Schiavi es doctor en historia especializado en sindicalismo durante el peronismo, por lo que si bien no tuvo que tomar el cargo "con pedido de autorización excepcional por no reunir los requisitos mínimos" como su predecesor, tampoco estaba al tanto de las cuestiones técnicas de la archivística. Eso podría no haber sido un problema pero lo fue. "Para mí, él se sentía muy incómodo de estar al lado mío sabiendo que yo tengo toda una trayectoria y todo un conocimiento del campo y él no. Por más que yo le ofreciera el apoyo, la ayuda, pesó más el no querer reconocer que de eso no sabía", supone.
El hostigamiento que ya había padecido con el macrismo recrudeció en un contexto inesperado. Le empezaron a sacar funciones sin informarle, la alejaron de las asistencias técnicas mientras "lentamente desmembran el equipo de trabajo, se apropian de productos e intentan invisibilzar al Departamento Archivo Intermedio, con el argumento de una, sin embargo, necesaria reforma de la estructura del AGN". De nuevo le empiezan a hacer comentarios por defender sus posturas "Tengo 20 años de trayectoria. Como sé de lo que hablo y hablo con autoridad entonces me acusan de autoritaria o de no respetar la jerarquía, pero no respetan los saberes de los trabajadores del Estado.", reclama.
Mariana recurrió al gremio, ATE se reunió para pedirle al Director que aclarara las funciones que ésta tendría. A los dos días, Schiavi decidió pedir el pase de Mariana al departamento de fotografía y se informó por mail. Con esto garantizó el cierre del programa de capacitación al que habría considerado "el caballito de batalla del macrismo". Esto fue lo más doloroso para ella tal vez: "Todo el programa era una olla de resistencia al Estado Neoliberal. No entienden el trabajo que se hace ni escuchan a los profesionales. Habrán creído que como estuvo durante los últimos 5 años había que cambiarlo pero hay políticas públicas que tienen que trascender los gobiernos y ser políticas de Estado, y el Programa tenía 10. No nos interesaba figurar, sólo queríamos que se hagan bien las cosas", afirma.
La delegada que estuvo en la reunión le dijo a la secretaria general que ella no tenía la misma percepción sobre el acoso laboral, por lo que todo quedó en la nada, mientras tanto ya se fueron dos profesionales más. "Ella ahora trabaja para el director", cuenta.
Mariana consiguió pedirse un pase a otra institución. Ahora es investigadora en el INAP (Instituto Nacional de la Administración Pública) bajo la órbita de Ana Castellani: "Es como vivir en otro país. Ella está súper preocupada por los saberes de les trabajadores estatales para la construcción de políticas públicas para todes.", cuenta emocionada. Efectivamente Castellani dijo en diálogo con Télam: "Es clave la visibilización de esa enorme mayoría de empleados, que son los que hacen que esas políticas que se piensan desde la cabeza del gobierno se materialicen y lleguen a la gente. Si no parece que hubiera duendecillos mágicos que convierten los deseos de los funcionarios en respuestas concretas." Al fin de cuentas, los espacios son lo que las personas hacemos de ellos.
¿Y el sindicato? "Como buena peroncha que soy, ya me presenté ante la Junta Interna de ATE de Jefatura de Gabinete".