6,7,8… y 9 de abril

(por pablo cano). El paro del día 6 será recordado como el primer paro llevado adelante por la CGT en los últimos 12 años en el cual le disputaron la medida por derecha y por izquierda a lo que debe agregarse el revulsivo que el mismo paro ha sido y será para los próximos pasos de la central obrera.

Por derecha, el gobierno y una cantidad importante de empleadores que abiertamente apretaron a los trabajadores para que no se sumaran al paro casi con descaro en varios rubros de la actividad privada -y particularmente en el comercio-, situación inédita en los últimos años. Por izquierda, los espacios militantes del sector que se apoderaron de la medida durante su hora pico y protagonizaron las escaramuzas en los accesos de la ciudad que inauguraron el esquema «#1A» que implica palos, hidrantes y robocops para el comité de bienvenida a las protestas callejeras.

Ya en el ámbito intimo de la CGT, el paro fue un techo de unidad de todas sus vertientes que difícilmente se repita a la brevedad quedando la foto de la plana mayor cegetista de aquella tarde del 6 como postal de un tiempo que pasó mas que como un preludio del porvenir.

El 7 de abril, la respuesta del Gobierno con Macri y Peña a la cabeza -anticipada el propio 6 con la Disposición 7E de la Dirección Nacional de Asociaciones Sindicales- fue ninguneo y endurecimiento que dan a entender que no se agotará en Viviani y Baradel el sogazo continuo al que someterán a los «desprestigiados» dirigentes sindicales con el enorme aparato comunicacional que tienen a disposición.

El 8 de abril, la tapa del «organ house» de la derecha vernácula tituló «Macri desafía al PJ y a los gremios a competir en las elecciones»...todo un homenaje a la retórica de CFK pero puesta en positivo y como bandera de la avanzada de lo nuevo, moderno y republicano contra lo viejo, gordo y corrupto…aquí ya lo habíamos avisado en nuestra columna anterior ( http://www.infogremiales.com.ar/llegando-los-monos/) cualquiera que se sienta parte del campo popular y crea que está a salvo del nuevo orden dialéctico, no sólo se equivoca sino que profundiza la derrota que se cierne de manera silenciosa mientras los bienintencionados y los especuladores adivinan un paraíso electoral que no surge de ningún análisis serio.

El #1A funcionó como un catalizador del sentir profundo de Cambiemos, puso en cohesión algo que estaba desde siempre y que -por los traspiés de la economía y de la gestión- estaba siendo puesto en duda aún por el propio círculo rojo. La alianza que lidera el PRO tiene 3 patas: el campo, las clases medias altas, los sectores concentrados de poder. Tienen su vocería ordenada y de una capilaridad masiva que cruza las límites de los espacios que representa. Y saldó internamente la duda acerca del tratamiento «institucional» para con el peronismo «responsable». Siguiendo con los homenajes a la familia Kirchner, lo que para Néstor fue la Corte Suprema Menemista, los DDHH y Clarín, para Macri es Gils Carbó (y la justicia que investiga a él, sus familiares y sus amigos), los kichneristas y los piquetes. A falta de dinero en los bolsillos de la ciudadanía propone palos, orden y persecución a los corruptos. El que se encolumne, está adentro (no importa de de dónde venga siempre que acepte el lugar que le toque). El que lo enfrente tendrá el castigo en pinzas del aparato mediático que estigmatice 24×7 y una justicia que está siendo sumamente permisiva con la conculcación de derechos.

Las encuestas muestran que el Macrismo estabilizó su caudal en el 50% de imagen positiva con números que llegan al 60% en la próspera ruralidad de las provincias de la pampa húmeda y que -de la mano de la sojización del interior profundo- tiene correlato en todos los lugares asimilables de las nuevas provincias productoras (Santiago del Estero, Catamarca, Salta, etc). Mantiene un pie firme en los núcleos opositores al peronismo gobernante en el interior del país y sólo muestra su falencia en el conurbano bonaerense, dónde el FPV persiste cómo síntesis de la mayoría de las líneas del panperonismo pero que a menos de 70 días del cierre de listas no logra aún galvanizar una propuesta única o siquiera un sistema político de contingencia que desemboque en tal propuesta.

Así las cosas, no parece juicioso decir que Cambiemos está lejos de un resultado digno (que sería ganar) las elecciones de octubre. Por el contrario, el marzo que terminó con la secuencia #1A/6A, encuentra a la coalición gobernante amalgamada en torno a una lectura que presupone las líneas de acción reseñadas y de la que para adelante sólo es esperable su profundización. El movimiento obrero en general y la CGT en particular deberá decodificar rápidamente el lugar que puede ocupar en este nuevo escenario  a riesgo de quedar entrampado entre un oficialismo convencido de a quien golpear y una oposición que aún no define sobre que o quienes abrazarse.

Para completar el título, el 9 de abril fue el día en el que por primera vez en muchos años se volvió a reprimir una manifestación de trabajadores en las puertas del Congreso Nacional. La Casa del diálogo republicano en democracia vio demudada cómo a sus puertas se apaleaba a ciudadanos. Todo el repudio es, y será, poco.